La Disputa entre España y Portugal por la Soberanía Marítima de las Islas Salvajes
LA DISPUTA ENTRE ESPAÑA Y PORTUGAL
POR LA SOBERANÍA MARÍTIMA DE LAS ISLAS SALVAJES
Índice
- Identificación………………………………………………………………………………………………………………………….1
- Resumen ejecutivo…………………………………………………………………………………………………………………1
- Antecedentes…………………………………………………………………………………………………………………………2
- Fases…………………………………………………………………………………………………………………………………….4
- Actores, acciones y planes……………………………………………………………………………………………………17
- Palabras clave……………………………………………………………………………………………………………………..23
- Estado actual……………………………………………………………………………………………………………………….28
- Lecciones aprendidas………………………………………………………………………………………………………….34
- Prospectiva…………………………………………………………………………………………………………………………41
- Bibliografía………………………………………………………………………………………………………………………….49
1. Identificación
Nombre | Número | Código | Región geográfica | Año | Tipo de conflicto y países implicados | Objeto disputa |
Conflicto por las islas Salvajes | Atlántico nororiental (entre Canarias y Madeira) | 1978-actualidad | Diplomático. Portugal / España | Soberanía de las islas y de las aguas circundantes |
2. Resumen ejecutivo
Introducción
A medio camino entre Madeira y Canarias, donde muchos han navegado pero nadie ha echado anclas, emergen del mar varias formaciones rocosas con el nombre de islas Salvajes. Inhóspitas y yermas en su superficie, salvo por la caza de aves que anidan masivamente en el archipiélago, la verdadera riqueza de las Salvajes se esconde bajo sus aguas. En forma de capturas para cualquier flota pesquera que se atreva a alcanzar las islas pero también, y como se descubrió recientemente, en forma de esos tan codiciados minerales estratégicos. Unos recursos que han motivado a España a reivindicar la propiedad del archipiélago y, especialmente, de sus aguas, desafiando así a su teórico soberano, Portugal.
Desarrollo
Aunque las autoridades españolas no han reconocido oficialmente la soberanía portuguesa de las Salvajes, que Lisboa lleva subrayando décadas, ya sea con monumentos o con actos jurídicos, la clave del conflicto radica en el mar alrededor del archipiélago. Mientras Portugal sostiene que le corresponden derechos exclusivos de explotación hasta 200 millas desde las islas, por ser las Salvajes, precisamente, islas, España argumenta que éstas, por su carácter inhóspito, no son más que rocas, reconociéndole a Lisboa tan sólo un mar territorial hasta las 12 millas. De aplicarse una u otra interpretación depende la soberanía, y los potenciales beneficios económicos y geopolíticos, de un área del tamaño de Extremadura.
Conclusión
La disputa hispano-portuguesa por las Salvajes continúa a día de hoy más vigente que nunca tras la reciente decisión del gobierno de Madeira, responsable administrativo del archipiélago, de permitir la pesca en el entorno protegido del enclave. La medida convierte a las Salvajes en una fuente significativa de ingresos para los hogares portugueses, algo que, hasta el momento, y a la espera de que la minería submarina a gran escala torne factible, no había sucedido. Ante este nuevo escenario, se espera una actitud más contundente de Madrid a la hora de recuperar las aguas de un territorio que ya descubrió siglos atrás.
3. Antecedentes
Heres y Antoloba en fuentes clásicas. La decimotercera de las Islas Canarias incluso para autores portugueses. “Islotes incapaces de sostener una población y actividad económica”, según declaraciones del Ministerio de Exteriores español (Güell, 2008). No son precisamente pocos los nombres que ha ido recibiendo, durante su larga y esquiva historia, el archipiélago atlántico que aquí nos ocupa.
Aunque quizás ninguno más apropiado que el de las Salvajes. Cuando, allá por 1438, el explorador luso Diogo Gomes descubrió oficialmente las islas, sus hombres se encontraron con una tierra absolutamente “estéril”, sin “árboles ni ríos” (1899, p. 25). Unos accidentes rocosos inhóspitos y aislados en la inmensidad del Atlántico norte, cuyo único valor para la época, como dejó escrito el propio Gomes, radicaba en la recolección de urzela, un liquen apreciado por entonces para el teñido de telas.
Tal era su escaso interés que la Corona castellana pareció incluso olvidarse de reivindicar su soberanía sobre las Salvajes; de ahí lo oficial del descubrimiento de Gomes. Y es que, aún cuando la tradición portuguesa recurra a su cuaderno de bitácora para justificar la soberanía patria del archipiélago (Graça, 2015, p. 126), lo cierto es que las Salvajes ya aparecían en mapas de la renombrada cartografía mallorquina, elaborados hasta medio siglo antes, como dominio castellano[1].
La Corona de Castilla, bajo esta interpretación, habría sido la primera en descubrir el archipiélago, desatendiendo reivindicación de soberanía alguna al tomar por sentado su pertenencia a las Canarias. Una posición, de hecho, defendida incluso por tratadistas portugueses de la época como el azoriano Gaspar Frutuoso (1873, p. 310), figura clave en la historiografía de toda la región macaronésica.
Con esta incertidumbre en torno a su descubrimiento, semilla de futuras disputas, los siglos pasaron sin dejar demasiada huella por las Salvajes. Bajo soberanía lusa, y apareciendo sucesivamente en herencias y testamentos de distintas familias madeirenses (Graça, 2016, p. 109), lo yermo de su territorio y, especialmente, lo limitado de su potencial económico relegaron a las Salvajes al olvido.
Tan sólo pescadores canarios, motivados por la cercanía del archipiélago, desde donde se puede incluso divisar el Teide en días despejados (Sánchez-Pinto, 2004, p. 38) y, sus homólogos madeirenses visitaban periódicamente las islas. Allí podían permanecer meses pescando atunes y viejas, recolectando plantas barrilleras para la elaboración de sosa o, cazando al que pronto se convertiría en el principal botín de las Salvajes: la pardela cenicienta (Camacho, 2014, p. 225). Un ave marina, similar al petrel, que tiene en el archipiélago uno de sus mayores santuarios del Atlántico norte.
Unas islas sin apenas vida. Unos visitantes esporádicos que se afanan en masacrar lo poco que vive en ellas. Y unos gobiernos apenas interesados en (re)afirmar la soberanía del enclave, mucho menos en regular siquiera las actividades extractivas que allí se emprenden. Así llegan las Salvajes a finales del siglo XIX, más concretamente a 1881, cuando Madrid rompe su ancestral silencio con respecto al archipiélago, proponiendo a Lisboa la construcción de un faro en la más grande de las islas. Al fin y al cabo, sus aguas no sólo las surcaban embarcaciones canarias y madeirenses, ávidas del atún o las pardelas de las Salvajes, sino también cualquier otro navío que enlazara la Península con los puertos tinerfeños o grancanarios (Santana, 2016, p. 10).
En el comunicado dirigido a Lisboa, el gobierno español alternó el palo con la zanahoria: aunque se ofrecía a correr con todos los costes de la construcción, también dudaba “claramente” de la soberanía del archipiélago (Pulgar, 2019, p. 52). Se quería garantizar la seguridad de la navegación hacia y desde Canarias, sí, pero sin cerrar por ello la puerta a que éstas sumaran una decimotercera isla a su mapa. Sea como fuere, bien porque Lisboa rechazara las insinuaciones vecinas (Gómez, 2017, p. 5), bien porque Madrid no lograra cerrar el acuerdo con los propietarios particulares del archipiélago (Graça, 2014, p. 246), el proyecto no fructificó. Las Salvajes se quedaron sin luz pero no por ello sin foco, al menos en cuanto a polémicas se refiere: la cuestión del faro apenas sería la primera de una larga lista de desavenencias en el conflicto luso-español por el archipiélago atlántico.
[1] La referencia más antigua de la que se tiene constancia aparece en el Atlas Catalán de Abraham Cresques, fechado en 1375 (Vieira, 2014, p. 3).
4. Fases
Inicial | 06/11/1911 el gobierno español comunica a su homólogo portugués que las Salvajes “se consideran para todos los efectos como comprendidas en el Archipiélago Canario”, procediendo a planificar, unilateralmente, la construcción del faro (Graça, 2014, p. 246). |
15/11/1911 Lisboa requiere la intervención de Inglaterra, con quién le une una alianza centenaria, en la disputa con España (Afonso y Vladimiro, 1982, p. 737). | |
27/11/1911 el gobierno portugués responde a la declaración española rechazando la reivindicación de soberanía lanzada por Madrid (Graça, 2014, p. 247). | |
1912 Londres apoya la posición portuguesa, opinando que la reclamación española carece de base frente a las pruebas de soberanía lusas (Pulgar, 2019, p. 55). | |
17/07/1912 el cañonero español María de Molina se encuentra en las Salvajes con su homólogo portugués Beira, esgrimiendo el primero su misión de reconocimiento del archipiélago para la eventual construcción del mencionado faro (Graça, 2014, p. 248). | |
30/07-01/08/1912 Madrid envía una nueva nota al gobierno luso, comunicando esta vez su intención de resolver la disputa por medios pacíficos; compromiso reiterado apenas dos días más tarde por Lisboa (Graça, 2014, p. 247). | |
01/1913 la Armada portuguesa presenta un informe en el que determina el emplazamiento juzgado idóneo para la construcción del faro de las Salvajes (Pulgar, 2019, p. 55). | |
1915-1916 pescadores de Lanzarote solicitan al gobierno central su intercesión para que las autoridades portuguesas les permitan faenar en las Salvajes; Madrid responde prohibiendo la pesca en el archipiélago (Graça, 2014, p. 249). | |
05/1917 Carlos de Vasconcelos, considerado uno de los mejores oradores de la política portuguesa de la época, edita un manual de cultura lusa, en el que, durante todo un capítulo, se insiste en la soberanía portuguesa de las Salvajes (1917, pp. 331-337). | |
1928-1938 continúan los gestos y declaraciones en pro de unas Salvajes inequívocamente lusas; mientras que el héroe militar Gago Coutinho recordó en 1929 que éstas siempre habían sido, y, por consiguiente, seguirían siendo, portuguesas, Lisboa, apenas tres años más tarde, declaró todo el archipiélago coto de caza, levantando en 1938 varios puntos geodésicos por las distintas islas (Graça, 2014, p. 251). | |
15/02/1938 la Comisión Permanente de Derecho Marítimo Internacional, organismo delegado del Ministerio de Defensa Nacional portugués, se pronuncia en favor de la nacionalidad lusa de las Salvajes, alegando que Lisboa las descubrió y las ha mantenido como suyas de forma ininterrumpida, y rechazando además que la mayor cercanía del archipiélago con las Canarias fuera relevante; España, a causa de la Guerra Civil, no tiene ocasión para objetar (Santana, 2016, p. 8). | |
20/07/1939 Lisboa eleva hasta los 211.000 escudos el presupuesto a disposición de la Armada para mapear la topografía subacuática de las Salvajes (Pulgar, 2019, p. 56). | |
1940-1949 aumenta la vigilancia de las islas, con puestos de vigía y un trámite por el que los pescadores españoles que quisieran pescar en sus aguas debían entregar su documentación, recuperándola al regresar a casa; se registran además dos nuevos gestos de soberanía al levantarse un monumento con la leyenda “isto aqui é portugués” y colocar una talla mariana con la inscripción “Virgem Senhora de Fátima […] aqui também é Portugal” en las dos islas más grandes del archipiélago (Graça, 2014, p. 255). | |
05/1953 casi de forma clandestina, sin recibir los permisos pertinentes, se emprende la primera expedición científica española a las Salvajes (Coello, 2018, p. 115). | |
06/09/1958 el Decreto n.º 41841 luso integra a las Salvajes en el régimen de servidumbre militar, prohibiendo el “movimiento o permanencia de personas […] y embarcaciones” en el entorno del archipiélago, salvo licencia concedida por la Marina portuguesa. | |
11/1958 se estima un coste total de 2.500 escudos para el proyecto del faro de las Salvajes (Graça, 2014, p. 257). | |
1959 el World Wildlife Fund (WWF) se interesa en la propiedad del archipiélago, en manos de la familia Rocha Machado desde 1904 (Carvalho y Leitão, 2005, p. 275). | |
1963 se organiza la primera expedición científica internacional a las Salvajes; participa en ella Paul Alexander Zino, empresario y ornitólogo aficionado inglés (Pulgar, 2019, p. 58). | |
15/09/1967 sale de Madeira la que acabaría convirtiéndose en la última expedición (autorizada) de caza de pardelas cenicientas de las Salvajes (Zino, 1985, p. 2). | |
1967 horrorizado por la matanza periódica de estas aves, la cual podía llegar a cobrarse hasta 50.000 crías cada año, Zino adquiere los derechos de caza en el archipiélago, negándose a usarlos y convirtiendo a las Salvajes en “la mayor reserva del mundo para la especie”; se construye la primera y única casa particular del archipiélago (Güell, 2008). | |
10-11/1968 después de haber sido informados de la intención de la OTAN de utilizar las Salvajes como objetivo de bombardeo en sus inminentes ejercicios tácticos, los Zino movilizan su excelente red de contactos, tanto en Portugal como en Inglaterra, logrando que la organización abandonase tal propósito (Graça, 2014, pp. 259-260). | |
Escalada | 12/03/1971 tras expirar sus derechos de caza, Zino convence a Luís Rocha Machado, propietario por entonces de las islas, para que firme una promesa de compraventa con WWF; la organización se comprometía a pagar 150.000 francos suizos por el archipiélago, cediéndolo luego al gobierno portugués para su conservación (Lino, 2017). |
17/07/1971 las autoridades lusas, inquietas quizás por los rumores que circulan sobre un hipotético diálogo entre Moscú y Zino para usar las islas como base de submarinos, ejercen su derecho de tanteo, comprándolas por un millón de escudos (Fernandes, 2021). | |
08/10/1971 las Salvajes reciben su primera visita oficial, ya como propiedad estatal, por parte del Secretario de Estado de Hacienda (Graça, 2014, p. 337). | |
29/10/1971 se crea, en virtud del Decreto n.º 458/71, la Reserva Natural de las Islas Salvajes, la primera de su clase en Portugal, abarcando todo el territorio emergido del archipiélago así como las costas circundantes hasta los 200 metros de profundidad. | |
18/11/1971 el petrolero noruego Cerno, embarranca, afortunadamente vacío, en el litoral de las islas; se disponía a lavar ilegalmente sus tanques (Carvalho y Leitão, 2005, p. 282). | |
02/1972 otro petrolero, el Morning Breeze, se hunde en aguas del archipiélago (Friedlander et al., 2016, p. 42). | |
12/06/1972 el Ministerio de Marina, acuciado por los recientes siniestros, comisiona un nuevo estudio para la construcción de un faro en las Salvajes (Graça, 2014, p. 257). | |
19/11/1972 se acusa a dos naves españolas, el San Pedro de Abona y el Aries, de faenar ilegalmente en las Salvajes, incautándose sus capturas (Carvalho y Leitão, 2005, p. 282). | |
12/1973 otro petrolero, el Splendid Breeze, con bandera liberiana, naufraga alrededor de las islas, derramando unas 2.000 toneladas de combustible al mar (Graça, 2014, p. 262). | |
1975 aprovechando el convulso período post-revolución de los Claveles, pescadores canarios desembarcan en las Salvajes, izando la bandera española en suelo portugués (Carvalho y Leitão, 2005, p. 282). | |
12/02/1976 Lisboa y Madrid llegan a un entendimiento, en los Acuerdos de Guarda, por el que consensuan sus fronteras marítimas en la península; la cuestión de las Salvajes impidió alcanzar acuerdo análogo sobre Madeira y Canarias (de Yturriaga, 2022, p. 245). | |
22/02/1976 se registra un nuevo caso de incautación por pesca ilegal a una embarcación española, el Ecce Homo Divino, en aguas del archipiélago (de Nóbrega, 2013b). | |
04/09/1976 pescadores madeirenses desembarcan en las islas, cazando indiscriminadamente hasta 14.000 pardelas cenicientas; la matanza, dejando tan sólo 64 aves vivas, aparece en la prensa lusa, creando conmoción en el país (Graça, 2014, p. 343). | |
30/10/1976 el yate Demeter se hunde en las Salvajes (Carvalho y Leitão, 2005, p. 282). | |
29/04/1977 comienza la vigilancia permanente de la isla más grande del archipiélago, desplegándose dos agentes medioambientales, en contacto diario con la Armada, de abril a octubre, la temporada de cría de las pardelas; se levanta una vivienda para los guardas, quienes son relevados y reabastecidos regularmente por la Armada (Graça, 2014, p. 343). | |
05/1977 tras reactivarse un año antes, finaliza la construcción del faro de las Salvajes, emplazado en la misma ubicación que ya se señaló idónea en 1913 (Pulgar, 2019, p. 60). | |
Conflicto | 01/07/1978 el gobierno portugués, a través del Decreto-Ley 119/78, tiene en cuenta las islas para delimitar la zona económica exclusiva (ZEE) del país; esta franja de mar, sobre la que Lisboa tendría derechos exclusivos de explotación, y que se extendería 200 millas náuticas desde el mar territorial, chocaría con la ZEE canaria por lo que el Decreto-Ley establece la frontera a medio camino, a unos 82 kilómetros de ambos archipiélagos. |
18/08/1978 el Ministerio de Asuntos Exteriores español protesta por las pretensiones del Decreto-Ley, acusando a Lisboa de no haber respetado el principio de equidad en el cálculo de su ZEE, sin consultarlo previamente con Madrid, y, especialmente, de suponer que las Salvajes son islas, merecedoras, por tanto, de generar ZEE (Graça, 2014, p. 290). | |
09/1978 se celebra la primera edición de la Regata Internacional Canarias-Madeira, incluyendo en su recorrido un paso obligatorio, vigente en la actualidad, por las Salvajes. | |
13/11/1978 la Comisión Permanente de Derecho Marítimo Internacional se pronuncia sobre la condición de islas de las Salvajes, afirmando que el archipiélago puede albergar población humana y actividades productivas, cumpliendo así con los dos requisitos que el derecho internacional exige para definir un territorio como isla (Galo, 2011, p. 40). | |
18-20/12/1978 se celebra una reunión en Madrid entre las delegaciones portuguesa y española para debatir el asunto; no se alcanza acuerdo alguno (Graça, 2014, pp. 290-291). | |
11/08/1981 incautados los 600 kilogramos de capturas que transportaba la embarcación española Marijean, acusada de pesca ilegal (Carvalho y Leitão, 2005, p. 282). | |
1982 se construye una cabaña en la segunda isla más grande del archipiélago, donde se despliegan dos agentes medioambientales de mayo a octubre; la vigilancia en la mayor isla de las Salvajes comienza a ser plena, sin atender a la temporada de cría (Lino, 2017). | |
06-10/12/1982 durante las últimas reuniones de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM), la delegación española ofrece a su homóloga portuguesa conectar las 12 millas náuticas de mar territorial de las Salvajes, aceptadas por Madrid en tanto que toda tierra emergida tiene derecho a ello, con la ZEE que emana de Madeira, evitando que, como esbozaba su propuesta original, las Salvajes quedaran rodeadas por la ZEE vecina; Lisboa rechaza la propuesta (Camacho, 2014, pp. 227-228). | |
10/12/1982 el gobierno portugués firma la CNUDM, sin incluir declaración interpretativa alguna, aunque manteniendo que toda tierra emergida, sin importar la población o economía que pueda sustentar, como especifica la Convención para distinguir entre isla, con derechos, y roca, sin ellos, debe generar ZEE (Gonçalves, 2004, p. 3). | |
14/03/1985 Lisboa y Madrid suscriben un acuerdo por el que autorizan el vuelo de sus aeronaves militares sobre territorio del país vecino, salvo zonas expresamente prohibidas, entre las que no se mencionan las Salvajes (Graça, 2014, p. 297). | |
1989 la Reserva Natural de las Islas Salvajes queda oficialmente bajo la gestión y responsabilidad del Parque Natural de Madeira (Carvalho y Leitão, 2005, p. 275). | |
1990 el gobierno español insiste en su oposición a la ZEE que emana de las Salvajes, remitiendo a Lisboa una nueva nota verbal en la que define las islas como “rocas deshabitadas”, sin derecho, por tanto, y según la CNUDM, a ZEE (Pulgar, 2019, p. 67). | |
09/1991 Mário Soares se convierte en el primer presidente de la República portugués en visitar el archipiélago aunque con la reprobación del presidente regional de Madeira, quién calificó la visita de “indeseada” (de Nóbrega, 2013b). | |
18/04/1991 el gobierno portugués plantea al Consejo de Europa, mediante la propuesta con nombre PE-S-ZP(91)44, la concesión del Diploma Europeo de Áreas Protegidas a la Reserva Natural de las Islas Salvajes por su excepcional interés conservacionista. | |
03/12/1991 en la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado español, número 119, el tinerfeño Miguel Ángel Barbuzano critica la actuación del gobierno con respecto al archipiélago, tachando a Madrid de impasible ante las maniobras diplomáticas de Lisboa. | |
18/05/1992 el Consejo de Europa, en su resolución (92)18, concede el mencionado Diploma a las Salvajes, único espacio en toda Portugal que lo detenta hasta 2014. | |
1993 poco después de que un eurodiputado canario cuestionara la soberanía de las islas en el Parlamento Europeo, el presidente de Madeira las visita (Sereno, 2014, p. 21). | |
08/04/1996 un escuadrón de aviones de combate, aparentemente F-18, sobrevuela las Salvajes; como Portugal nunca ha operado este aparato, queda como principal sospechoso del incidente el Ejército del Aire español, titular además de la base aérea de Gando en Gran Canaria, quizás la única instalación de la que podría haber despegado el escuadrón por razones de abastecimiento de combustible (Graça, 2014, p. 262). | |
02/08/1996 un helicóptero de transporte, no de combate, AS330 Puma simula un aterrizaje en la isla más grande del archipiélago, identificándose nuevamente, aunque Portugal sí operaba por entonces este modelo, como un aparato español (Camacho, 2014, p. 187). | |
09/1996 en precampaña de las elecciones regionales, el gobierno madeirense utiliza los recientes sucesos para pedir la dimisión del Primer Ministro portugués, acusado incluso de “abdicar de la soberanía” de las Salvajes en favor de Madrid; el líder nacional de la oposición apoya la maniobra, hablando de moción de censura (de Nóbrega, 2013a). | |
10/1996 un desliz del Ministerio de Asuntos Exteriores portugués, tildando a las Salvajes de rocas, es firmemente corregido por el Ministerio de Defensa (Monjardino, 2008). | |
18/10/1996 cámaras de RTP, la televisión pública portuguesa, enviadas al archipiélago para un documental, graban a dos aviones de combate, no identificados, sobrevolando de nuevo las islas; Lisboa responde desviando a la fragata Corte-Real, de vuelta a Portugal desde Angola, para que “muestre la bandera” por las Salvajes (Graça, 2014, p. 264). | |
03/1997 un dictamen experto, comisionado por el Consejo de Europa, defiende que las Salvajes “permanezcan con el estatus de islas en lugar de ser clasificadas como rocas» (Carvalho y Leitão, 2005, p. 281). | |
01/07/1997 según el acta de la sesión plenaria de la Asamblea de la República portuguesa del 30 de octubre del mismo año, la Comisión Parlamentaria de Defensa Nacional visita el archipiélago; la primera vez que una delegación de diputados lusos pisa las islas. | |
07/1997 Lisboa y Madrid firman un nuevo acuerdo, en negociaciones desde el suceso del AS330 Puma, y matizando el de 1985, sobre autorización de vuelos militares; se estipula, esta vez sí, una zona de exclusión aérea sobre las Salvajes, salvo para misiones de búsqueda y salvamento, y aeronaves lusas en misión específica (Graça, 2014, p. 297). | |
11/1997 el gobierno portugués selecciona el archipiélago como uno de los sitios de interés medioambiental que remite a la Comisión de la Comunidades Europeas, futura Comisión Europea, para la flamante Red Natura 2000 (Carvalho y Leitão, 2005, p. 275). | |
03/03/1998 según el acta de la sesión de la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, un miembro de la oposición revela que, durante las negociaciones para la plena integración de España en la nueva Estructura de Mandos de la OTAN, y para evitar que las Canarias quedaran enclavadas en un mando distinto al peninsular, el gobierno habría reconocido la soberanía lusa de las Salvajes; aseveración desmentida por el propio ministro de Defensa, quien declaró “ninguna concesión a ese respecto”. | |
10/07/1998 durante los actos de la Exposición Mundial de Lisboa, cuya temática eran precisamente los océanos, y mediante resolución del Consejo de Ministros n.º 90/98, se crea la Comisión Interministerial de la Plataforma Continental, aspirando a la ampliación de la plataforma continental portuguesa y, por tanto, de la soberanía marítima del país. | |
23/07/1998 según consta en el Diario de la Asamblea de la República portuguesa, y a la consulta sobre el espacio aéreo de las Salvajes, el Ministerio de Asuntos Exteriores admite que éste se integra en la FIR, región de información de vuelo, de Canarias, siendo, por tanto, el gobierno español responsable del tráfico aéreo que sobrevuela las islas; admisión que, en todo caso, Lisboa no reconoce como déficit de soberanía alguno. | |
21/08/1999 la Ley 130/1999 portuguesa declara, de manera inequívoca, que las Salvajes pertenecen administrativamente a la Región Autónoma de Madeira, la cual abarca no sólo el territorio emergido sino también las aguas territoriales y la ZEE circundante. | |
29/10/2001 treinta años después de la creación de la Reserva Natural de las Islas Salvajes, el gobierno madeirense presenta su candidatura a Patrimonio Natural de la Humanidad de la UNESCO (Carvalho y Leitão, 2005, p. 276). | |
28/12/2001 la decisión de la Comisión de las Comunidades Europeas (2002/11/CE) integra a las Salvajes en la Red Natura 2000 bajo la nomenclatura PTSEL0001. | |
19/12/2002 la prensa portuguesa se hace eco del curioso diseño de uno de los mapas oficiales del sitio web de la Unión Europea, el cual incluye a las Salvajes en la Comunidad Autónoma de Canarias (Graça, 2014, p. 300). | |
10/01/2003 tras solicitar al presidente de la Comisión Europea la corrección del mapa, un eurodiputado portugués, en la pregunta escrita E-3869/02, cuestiona a la Comisión por la nacionalidad, supuesta española, del autor de la ilustración. | |
01/2003 durante una sesión del Parlamento canario, un diputado de la oposición acusa al gobierno portugués de violar lo dispuesto en la CNUDM en relación a las Salvajes, considerando que la Convención sólo aplica a los Estados archipelágicos, no a los archipiélagos que forman parte de un Estado continental (Camacho, 2014, p. 218). | |
20/01/2003 la resolución del Consejo de Ministros n.º 6/2003 aprueba el primer Concepto Estratégico de Defensa Nacional portugués, el cual menciona expresamente a las Salvajes como punto más austral del país. | |
12/02/2003 la Comisión Europea, en el documento 92002E003869, responde a la pregunta del eurodiputado portugués, admitiendo un error técnico y remarcando claramente, en el nuevo mapa, la nacionalidad lusa de las Salvajes. | |
27/03/2003 durante la visita de Jorge Sampaio, segundo presidente de la República que pisa las Salvajes, con motivo de la candidatura UNESCO de la reserva, se inaugura en la isla más grande del archipiélago la Oficina de Correos más al sur del país (Lusa, 2003). | |
25/06/2003 se avistan otras dos embarcaciones, presuntamente españolas, faenando de manera ilegal en aguas del archipiélago (Graça, 2014, p. 264). | |
04/11/2003 el Reglamento (CE) n.º 1954/2003 del Consejo de la Unión Europea estipula, en relación a la pesca en las Azores, Madeira y Canarias, sin mencionar las Salvajes, que los gobiernos respectivos podrán controlar quién faena sólo hasta 100 millas náuticas. | |
02/01/2004 Madeira se integra en el Sistema de Mando y Control Aéreo portugués, proyecto que prevé instalar una estación de radar, adjudicada a la española Indra, en la isla de Madeira; las Salvajes quedan dentro de su radio de acción (Graça, 2014, p. 281). | |
04/06/2004 la UNESCO rechaza la candidatura de las Salvajes a Patrimonio Natural de la Humanidad, advirtiendo de la “insuficiencia e ineficacia de la política de conservación” en el archipiélago (Carvalho y Leitão, 2005, p. 276). | |
17/01/2005 Lisboa, mediante resolución del Consejo de Ministros n.º 9/2005, crea la Estructura de Misión para la Ampliación de la Plataforma Continental (EMEPC), bajo el paraguas de Defensa; su objetivo es demostrar que la plataforma continental portuguesa, y sus correspondientes derechos, se extiende más allá de las 200 millas náuticas. | |
08/06/2005 tres pesqueros españoles, uno con matrícula de Tenerife, son retenidos por dos agentes medioambientales en las Salvajes, a quienes amenazan con cuchillos y arpones, logrando escapar; el incidente, confirmado por la Armada, es quizás el más grave y potencialmente peligroso que ha ocurrido en las islas (Graça, 2014, p. 265). | |
17-22/06/2005 son interceptados y decomisados cuatro pesqueros españoles, uno de ellos con dos toneladas de atún en sus bodegas, en menos de una semana (Pardellas, 2005). | |
12/08/2005 comienza la operación Mero por la que, durante un mes, ocho infantes de marina y dos policías marítimos se despliegan en las Salvajes para velar por la seguridad de los guardas, reafirmando así la soberanía lusa del archipiélago (Graça, 2014, p. 266). | |
28/07/2006 la Ley n.º 34/2006 estipula, en su esfuerzo por delimitar las aguas bajo jurisdicción portuguesa, que toda frontera marítima del país, salvo acuerdo internacional que dicte lo contrario, se definirá según el principio de equidistancia; Lisboa, por tanto, rechaza expresamente el principio de equidad defendido por Madrid en agosto de 1978. | |
10/2006 tres pesqueros más, aparentemente españoles, son avistados; uno de ellos navega con el nombre y la matrícula deliberadamente tapados (Graça, 2014, pp. 269-270). | |
12/12/2006 la resolución del Consejo de Ministros n.º 163 aprueba la Estrategia Nacional para el Mar portuguesa, donde no se menciona a las Salvajes y tan sólo a Madeira para reseñar su papel en el turismo ecológico y la conservación medioambiental. | |
06/2007 un avión de patrulla marítima CASA C-295M, identificado como el Josefina de la Torre, con base en Gando, sobrevuela a baja altura las islas (de Nóbrega, 2013b). | |
04/11/2007 la Ley n.º 58/2007 aprueba el Programa Nacional de Política de Ordenamiento del Territorio (PNPOT), olvidándose Lisboa, en hasta siete ocasiones, de incluir a las Salvajes en los mapas de Madeira; el desliz se salda con la Declaración de Rectificación n.º 103-A/2007 y su debida mención a las Salvajes como islas madeirenses. | |
18/06/2008 se reportan once casos de intoxicación por ciguatera en un pesquero que faena en las islas; se sospecha de microalgas tóxicas en sus aguas (Vale, 2011, p. 81). | |
20/06/2008 el diario El País publica el primer reportaje en profundidad sobre la disputa por las Salvajes que se publica en la prensa generalista española (Güell, 2008). | |
02/08/2008 la Capitanía del Puerto de Funchal, a raíz de esas intoxicaciones, prohíbe sine die la pesca en toda la Reserva Natural de las Islas Salvajes (Vale, 2011, p. 82). | |
11/05/2009 Lisboa presenta ante Naciones Unidas su propuesta de ampliación de la plataforma continental, nombre de documento PT-ES/05-05-2009; niega que existan disputas abiertas con Madrid respecto a sus fronteras marítimas puesto que la propuesta no incluye, en ningún caso, las aguas entre Canarias y la isla de Madeira. | |
13/05/2009 siguiendo la estela portuguesa, el gobierno español publica información preliminar sobre su propuesta de ampliación de la plataforma continental al oeste de las Canarias; el documento incluye a las Salvajes en el archipiélago canario. | |
26/05/2009 en el marco de esa propuesta de ampliación, el presidente de la Asamblea de la República, Jaime Gama, visita las islas (de Nóbrega, 2013a). | |
10/06/2009 la Misión Permanente de España ante las Naciones Unidas, en nota verbal n.º 381 AV/ot, confirma que, aún cuando la propuesta del país vecino se solapa en cierta medida con la española, no existe objeción por parte de Madrid al proyecto portugués. | |
02/10/2009 la Región Autónoma de Madeira aprueba, en su resolución n.º 1292/2009, el Plan de Ordenamiento y Gestión de las Islas Salvajes, restringiendo aún más las actividades humanas permitidas en el archipiélago en virtud de su condición de reserva. | |
03-05/06/2010 la EMEPC, entidad dependiente de Defensa, organiza una gran expedición científica al archipiélago, M@rBis/Selvagens 2010 (Almada et al., 2015, p. 59). | |
04/07/2010 Augusto Santos Silva, ministro de Defensa, visita las Salvajes con motivo del 58º aniversario de la Fuerza Aérea, inaugurando un monumento conmemorativo como “forma de marcar la soberanía portuguesa” de las islas (Graça, 2014, p. 286). | |
12/2010 la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos publica un informe en el que advierte de las buenas condiciones geológicas que presentan las aguas portuguesas para la formación y acumulación de hidrocarburos (ISA, 2010, p. 57). | |
30/12/2010 el gobierno español aprueba la Ley 44/2010 por la que delimita las aguas canarias, aplicando de forma espuria la CNUDM, como ya habría hecho Portugal, al equiparar Estados archipelágicos con archipiélagos de Estado (Sereno, 2014, p. 16). | |
26/11/2011 un helicóptero, de transporte, EH-101 de la Fuerza Aérea portuguesa despega de Madeira para identificar dos lanchas rápidas que faenan en las Salvajes; aunque una de ellas lleva tapada, con cinta adhesiva, su matrícula, la otra es identificada y sancionada administrativamente por la Capitanía del Puerto de Funchal (Camacho, 2014, p. 188). | |
05/2012 a raíz de un nuevo incidente de pesca ilegal, por el que otro helicóptero tuvo que sobrevolar durante horas el archipiélago, el comandante a cargo de la zona marítima de Madeira declaró tener dudas sobre la capacidad del Estado luso de “marcar presencia” en las Salvajes, inclinándose por adoptar una actitud más “enérgica” (Graça, 2014, p. 274). | |
09/05/2012 representantes españoles y portugueses firman un acuerdo de pesca para la flota tradicional de Madeira y Canarias, permitiendo la actividad de ciertas embarcaciones en aguas vecinas; el documento mantiene el statu quo, señalando que el acuerdo no invalida las reclamaciones de uno u otro país (Camacho, 2014, p. 229). | |
25/05/2012 el secretario regional de Medioambiente anuncia el propósito de incorporar el espacio marítimo de las Salvajes a la Red Natura 2000, logrando que sus aguas gocen del mismo estatus que su territorio emergido; tilda la decisión de “simultáneamente un acto de gestión ambiental y una afirmación de soberanía” (Graça, 2014, p. 352). | |
04/06/2012 el archipiélago recibe otro monumento conmemorativo, esta vez de manos de la Armada portuguesa; la placa homenajea el 40º aniversario de la reserva natural y la labor del personal militar en su conservación (Gorjão et al., 2012, p. 18). | |
03/09/2012 en la resolución de la Asamblea Legislativa de la Región Autónoma de Madeira n.º 38/2012/M, el gobierno insular exige a Lisboa mayores y mejores recursos, tanto navales como aéreos, para la vigilancia y salvaguarda de una indefensa ZEE. | |
05/04/2013 se aprueba, mediante resolución del Consejo de Ministros n.º 19/2013, el nuevo Concepto Estratégico de Defensa Nacional portugués, sin incluir mención alguna, a diferencia de su predecesor de 2013, sobre la situación de las Salvajes. | |
05/07/2013 la Misión Permanente de España ante las Naciones Unidas emite un nuevo comunicado, en nota verbal n.º 186 FP/ot, en el que se desmarca de la nota de junio de 2009; declara que Madrid “no acepta que las Islas Salvajes generen en modo alguno ZEE”, reconociendo tan sólo su derecho a mar territorial al considerarlas meras rocas. | |
17-19/07/2013 Aníbal Cavaco Silva se convierte en el tercer presidente de la República que visita las Salvajes, además de en el primer político que pasa allí la noche; el viaje se justifica desde Lisboa por mero interés científico, coincidiendo con el 50º aniversario de la primera expedición que desembarcó en el archipiélago (Sereno, 2014, p. 18). | |
06/09/2013 dos meses después de la protesta española ante Naciones Unidas, la Misión Permanente de Portugal, en nota verbal ONU/2013, 153, aclara que las Salvajes no figuran en la propuesta de ampliación de su plataforma continental, reiterando además la ausencia de disputas abiertas con Madrid en cuanto a sus fronteras marítimas. | |
06/09/2013 el semanario Expresso, tótem de la prensa portuguesa, abre su versión online con el titular “Portugal reitera soberania das Ilhas Selvagens” (Graça, 2014, p. 294). | |
13/09/2013 Portugal Telecom instala una línea fija de teléfono en la isla más grande del archipiélago, compartiendo prefijo con la isla de Madeira (Faria, 2013). | |
21/09/2013 el gobierno regional de Madeira reactiva, después de un primer intento, la candidatura UNESCO de la Reserva Natural de las Islas Salvajes (Pulgar, 2019, p. 96). | |
02/2014 Maria Damanaki, comisaria europea de Asuntos Marítimos y Pesca, insta a una resolución “pacífica, equitativa y rápida” en la disputa por las Salvajes (Bernardes, 2014). | |
03/2014 científicos españoles y portugueses, ajenos a disputas diplomáticas, se ceden valiosos medios, incluidos un buque oceanográfico español y un vehículo submarino autónomo luso, para facilitar la investigación necesaria que refuerce las propuestas de ampliación de la plataforma continental de ambos países (Firmino, 2014a). | |
02/04/2014 Lisboa distribuye a todas las escuelas del país el “nuevo mapa de Portugal”, con un 97% del territorio siendo océano y unas Salvajes con ZEE (Firmino, 2014b). | |
10/04/2014 la Ley n.º 17/2014 aprueba la Política de Ordenamiento y de Gestión del Espacio Marítimo Nacional portugués, muy criticada por supeditar, presuntamente, los intereses conservacionistas al beneficio económico (Sereno, 2014, p. 11). | |
04/2014 en la misma línea, el director del Parque Natural de Madeira, responsable de la reserva de las Salvajes, cataloga estos espacios como “un activo desde el punto de vista económico y social” (Graça, 2014, p. 356). | |
24/09/2014 dos activistas españoles, nacionalistas canarios, desembarcan sin autorización en las Salvajes para denunciar, de manera “simbólica y pacífica”, las prospecciones petrolíferas previstas en Canarias, reclamando una reacción de Lisboa en Bruselas; ambos son detenidos, y sancionados, por las autoridades lusas (Pulgar, 2019, p. 99). | |
17/12/2014 el gobierno español presenta ante Naciones Unidas su propuesta de ampliación de la plataforma continental al oeste de las Canarias, en la que no aparecen, en ningún caso, las Salvajes (Fernández, 2023, p. 311). | |
16/01/2015 tras diversas prospecciones, se confirma que existen depósitos significativos de petróleo y gas en las aguas circundantes a las Canarias aunque en condiciones que dificultan su explotación rentable (Pulgar, 2019, p. 70). | |
01/04/2015 la Misión Permanente de Portugal ante Naciones Unidas, en nota verbal ONU/2015/59, corrobora su aquiescencia con el proyecto de ampliación española. | |
07/04/2015 en aparente respuesta, y según la nota verbal n.º 064 MPbcm, la Misión Permanente de España cambia de nuevo su postura sobre la propuesta de ampliación vecina, reafirmando la nota de 2009; Madrid no plantea objeciones al proyecto de Lisboa. | |
07/2016 se instala en el archipiélago un radar como parte del Sistema Costa Segura, una estructura de vigilancia, mando y control de toda la costa portuguesa, desarrollada también por Indra, que ha logrado, según fuentes del ejército portugués, reducir “prácticamente a cero” los incidentes e infracciones en las Salvajes (Freire, 2019). | |
21/08/2016 se inaugura, en la isla más grande del archipiélago, el Puesto de Mando Local de la Policía Marítima de Funchal, el primer despliegue de la Armada portuguesa en las Salvajes (IFCN, 2017, p. 36). | |
22/08/2016 el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera construye la primera estación meteorológica del archipiélago para “seguir la evolución del tiempo en el extremo sur del territorio portugués” (Rocha, 2016). | |
30/08/2016 el presidente de la República Marcelo Rebelo de Sousa se convierte en el cuarto jefe de Estado portugués que pisa las islas; a diferencia de visitas anteriores, con una clara agenda política, ésta se justifica por “curiosidad jurídico-política” (Lino, 2017). | |
03/06/2017 en el marco del Sistema Costa Segura, ingenieros de la Armada instalan el primer sensor electro-óptico en la segunda isla más grande del archipiélago, reduciendo así la necesidad de incrementar el despliegue humano en ella (Rocha, 2017). | |
05/07/2017 se registra la primera llamada telefónica entre dos islas de las Salvajes, hito clave para la comunicación y consecuente vigilancia del territorio (Correia, 2017). | |
01/08/2017 el ministro de Defensa portugués, durante su visita a las islas, anuncia la ampliación de la franja de mar sobre la que tienen jurisdicción los policías marítimos; la decisión se enmarca en la creación de un Puesto Marítimo en las Salvajes (Nunes, 2017). | |
01/08/2017 en esa misma visita, el secretario regional de Medioambiente se mostró abierto a “estimular” la economía de las Salvajes (Pulgar, 2019, p. 104). | |
19/08/2017 el periódico español ABC (2017) vincula el manifiesto interés de Lisboa por garantizar la soberanía portuguesa de las Salvajes con la supuesta presencia en sus fondos marinos de grandes cantidades de telurio, mineral esencial para las nuevas tecnologías. | |
16/09/2018 el edicto n.º 15/2018 de la Capitanía del Puerto de Funchal revela la colocación de dos boyas en la ensenada de entrada a la isla más grande del archipiélago, facilitando así el amarre de las embarcaciones que quieran alcanzar el archipiélago. | |
05/11/2018 la Ley Orgánica 1/2018 por la que se reforma el Estatuto de Autonomía de Canarias prevé, en su artículo 4.2, un futuro plausible en el que el gobierno autonómico ostente competencias sobre aguas canarias y sobre “los restantes espacios marítimos que rodean a Canarias sobre los que el Estado español ejerza soberanía o jurisdicción”. | |
11/06/2021 João Gomes Cravinho, ministro de Defensa Nacional portugués, visita el archipiélago para supervisar in situ el Sistema Costa Segura (de Brito et al., 2021, p. 13). | |
04/12/2021 un diputado de la oposición madeirense anuncia que su formación, atendiendo a las demandas del sector, pretende autorizar la pesca tradicional de atún en el entorno de las Salvajes (Rocha, 2021). | |
03/05/2022 por el Decreto Legislativo Regional n.º 8/2022/M, el gobierno madeirense convierte la Reserva Natural de las Islas Salvajes en el, por entonces, mayor espacio marino de protección total de Europa, aumentando su extensión de los 97 a los 2.677 kilómetros cuadrados, al pasar de incluir las costas circundantes hasta los 200 metros de profundidad a abarcar 12 millas náuticas; un objetivo conservacionista que, en todo caso, no impide que el artículo 6.c) contemple potenciar “los beneficios socioeconómicos que resulten de la práctica de actividades dentro del ámbito del área protegida”. | |
16/09/2022 Peter Thompson, Enviado Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para los Océanos, visita las islas (Berenguer, 2022). | |
15/11/2022 la justicia lisboeta da la razón al sindicato de la policía marítima en su causa contra el almirantazgo portugués, impidiendo que cada relevo de los guardas desplegados en las Salvajes aumente de 15 a 21 días; reforma que buscaba mejorar la disponibilidad de medios navales, exentos de trayectos tan frecuentes a las islas, pero que fue rechazada por el bienestar, personal y profesional, de los policías marítimos (Silva, 2022). | |
13/12/2022 en el informe anual de evaluación del Diploma Europeo de Áreas Protegidas concedido a las Salvajes, e incluso con los efectos aún persistentes de la pandemia, se cifra en más de 600 los visitantes de las islas en 2022 (Consejo de Europa, 2022, p. 5). | |
09/2023 uno de los análisis más recientes sobre la disputa de las Salvajes en el contexto español prevé “complicaciones” al respecto, dudando de la voluntad negociadora de Madrid y Lisboa en el futuro próximo (Fernández, 2023, p. 312). | |
06/12/2023 se activa la primera estación de control y monitoreo del espectro electromagnético del archipiélago, clave para garantizar la comunicación entre medios navales y aéreos en la zona (Rocha, 2023). | |
09/07/2024 un comandante de la Armada lusa visita las Salvajes para reafirmar la “presencia efectiva” del país y supervisar el Sistema Costa Segura (Pacifico, 2024). | |
10/07/2024 el proyecto de resolución n.º 224/XVI/1.ª de la Asamblea Legislativa regional revela que el gobierno madeirense pretende comisionar un estudio científico para dirimir si la eventual pesca de atún y listado entre las dos y 12 millas náuticas alrededor de las Salvajes podría menoscabar la conservación de la reserva. | |
11/07/2024 siete organizaciones ecologistas suscriben una declaración conjunta en la que se posicionan en contra del proyecto de apertura de las Salvajes a la pesca (Zero, 2024). | |
12/07/2024 las autoridades de Madeira comienzan a otorgar permisos de pesca provisionales en aguas del archipiélago, teóricamente con fines de investigación aunque permitiendo, asimismo, la venta de hasta el 90% de las capturas (Ferreira, 2024). | |
27/08/2024 se publica una carta abierta en la prestigiosa revista Nature en la que casi 300 científicos, la mayoría de ellos portugueses, muestran su férrea oposición a las medidas previstas por el gobierno madeirense respecto a la pesca en las Salvajes (Sala, 2024). | |
28/09/2024 una crónica del diario español La Razón prevé una actitud bastante más asertiva, y menos neutral, de Madrid en caso de que Lisboa autorice, de manera definitiva, la actividad pesquera en el archipiélago (Sanchidrián, 2024). | |
29/10/2024 frente a las protestas de grupos ecologistas, diputados madeirenses en favor del proyecto agitan el fantasma de la competencia pesquera, advirtiendo de que “cuando no hay embarcaciones madeirenses, hay embarcaciones de Canarias y China”, acusando, por tanto, a éstas de pesca ilegal (Rocha, 2024a). | |
30/10/2024 biólogos advierten del desprestigio internacional que acarrearía para Portugal la apertura de las Salvajes a la pesca (Rocha, 2024b). | |
19/11/2024 el portavoz de los pescadores madeirenses comparece ante la Asamblea Legislativa regional, apoyando sin fisuras el proyecto de pesca en las Salvajes; alega que éste compensaría el descenso de las capturas en hasta un 50% que se produjo tras la ampliación de la reserva natural hasta las 12 millas náuticas, en una decisión que se tomó, supuestamente de forma unilateral, sin consultar al sector pesquero (ALRAM, 2024). | |
11/2024 un exfuncionario portugués de la Comisión Europea señala que, en la web oficial de Eurostat, más concretamente en los mapas de unidades territoriales NUTS, los cuales permiten estadísticas unificadas con distintos niveles de detalle, el mapa de la Unión Europea NUTS 0 incluye a las Salvajes en el archipiélago canario (Correia, 2024, p. 4). | |
17/12/2024 triunfa una moción de censura contra el gobierno madeirense que había abanderado la apertura de las Salvajes a la pesca; moción que, en todo caso, es apoyada por otras formaciones que también habían dado el visto bueno al proyecto (Ralha, 2024). |
5. Actores, acciones y planes
Actor | Papel | Acciones y planes (cronológicamente) |
Gobierno español | Parte interesada, desafía la soberanía portuguesa de las Salvajes y, en las últimas décadas, su condición de “islas”; según Madrid, las Salvajes no son más que meras rocas, incapaces de generar, según la normativa internacional, ZEE. | Propone la construcción de un faro en 1881, poniendo en duda la nacionalidad lusa del archipiélago. Asume de manera unilateral el proyecto del faro en 1911. Se compromete a resolver la disputa por medios pacíficos en 1912. Presenta protesta formal por la pretensión portuguesa de conceder ZEE a las Salvajes en 1978. Reitera su postura ante Naciones Unidas, reconociendo tan sólo el mar territorial alrededor de las Salvajes, en 2013. |
Gobierno portugués | Parte interesada, defiende su posesión ininterrumpida de las Salvajes como prueba definitiva de su soberanía sobre el archipiélago; al considerar que las islas son habitables, como sugiere el despliegue policial permanente en ellas, Lisboa da por sentada la legitimidad de su ZEE. | Rechaza la propuesta española del faro de las Salvajes en 1911. Su Comisión Permanente de Derecho Marítimo Internacional, dependiente de Defensa, dictamina que las islas son portuguesas en 1938. Comisiona las primeras expresiones simbólicas de soberanía (monumentos, tallas religiosas) para remarcar la soberanía lusa del archipiélago entre 1940 y 1949. Compra las Salvajes a su propietario particular y las convierte en reserva natural en 1971. Activa la vigilancia permanente de las islas, debidamente asistida por la Armada portuguesa, en 1977. Delimita la ZEE alrededor del archipiélago en 1978. Integra la reserva de las Salvajes en el Parque Natural de Madeira en 1989. Aprueba el primer Concepto Estratégico de Defensa Nacional del país en 2003, citando a las Salvajes en un acto ya no político sino con clara intencionalidad militar. Refuerza su tesis de la habitabilidad de las Salvajes tras pernoctar en la mayor de las islas el presidente de la República en 2013. |
Gobierno británico | Aliado del gobierno portugués. | Reafirma la posición de Lisboa a través de su subsecretario de Estado Walter Langley, quien desdeña las pretensiones españolas ante la solidez de las pruebas de soberanía lusas en 1912. Impulsa el símil entre Gibraltar y el archipiélago para criticar la “salvaje apuesta” de Madrid contra Lisboa en 2013 (Luna, 2013). |
Luís Rocha Machado | Último propietario particular de las Salvajes; con otras ofertas sobre la mesa, acepta venderlas al Estado luso. | Hereda el archipiélago de su padre en 1917 (Graça, 2014, p. 380). Institucionaliza por vez primera la explotación económica de las Salvajes al conceder a la empresa Leacocke licencia para comerciar con el guano de las pardelas en 1939 (Graça, 2016, p. 110). Firma una promesa de compraventa del archipiélago con WWF a cambio de 150.000 francos suizos en marzo de 1971. Acepta vender las islas al Estado portugués a cambio de un millón de escudos en julio de 1971. |
WWF | Indiferente a la soberanía de las islas; su objetivo es preservar la riqueza natural del enclave. | Se ofrece a adelantar los fondos necesarios para que el gobierno portugués pueda, si así lo desea, acometer la compra de las Salvajes en 1967 (Graça, 2014, p. 335). Propone a Rocha Machado comprar el archipiélago en enero de 1971. Solicita a Lisboa debida autorización para proceder a la compra de las islas y designarlas reserva natural en mayo de 1971 (Graça, 2014, pp. 333-334). |
Paul Alexander Zino | Argumento en favor de la posición portuguesa; sus acciones apelan al conservacionismo y a la potencial habitabilidad de las islas. | Se hace con los derechos de caza de pardelas en el archipiélago para renunciar expresamente a ellos en pro de la conservación de las Salvajes en 1967. Inscribe en el registro de la propiedad de Funchal la primera vivienda particular del enclave en 1986, pagando el debido impuesto municipal sobre el inmueble hasta la actualidad (Jiménez, 2013). |
Parque Natural de Madeira | Institución, dependiente del gobierno luso, responsable de la gestión ordinaria del archipiélago. | Asume la administración de la reserva natural de las Salvajes en 1989. Emite, en colaboración con el servicio postal luso, una serie filatélica inspirada en la fauna y flora del enclave en 2004 (Correio da Manhã, 2013). Recalca, a través de su presidente, el valor económico y social del archipiélago en 2014. |
Armada portuguesa | Máximo garante del statu–quo en favor de Lisboa; aboga por una actitud más firme en la disputa por la soberanía del archipiélago. | Se hace cargo del eventual proyecto del faro de las Salvajes en 1913. Da comienzo a las travesías quincenales desde Funchal hasta las islas, en viajes de más de 10 horas, para reabastecer y relevar a los agentes medioambientales desplegados allí en 1977. Protagoniza el primer despliegue militar en el archipiélago, la operación Mero, para garantizar la seguridad de sus vigilantes en 2005. Sugiere al gobierno portugués, a través del comandante a cargo de la zona marítima de Madeira, adoptar una estrategia más asertiva a la hora de defender la nacionalidad lusa de las islas en 2012. Inaugura el primer destacamento militar permanente en las Salvajes, compuesto por policías marítimos, en 2016. |
Pescadores canarios | Indiferentes a la soberanía de las islas; anteponen la posibilidad de faenar en el banco de las Salvajes a la nacionalidad efectiva de éstas. | Son acusados por Lisboa de cometer diversos “incidentes” durante sus recurrentes visitas al archipiélago en 1911 (Graça, 2014, p. 247). Presionan, en vano, al gobierno español para que éste les autorice a pescar alrededor de las islas en 1915. Acusados de pesca ilegal, sufren las primeras incautaciones de capturas por parte de las autoridades portuguesas en 1972. Amenazan con armas blancas a los vigilantes lusos de las islas tras intentar éstos retenerlos por presunta pesca ilegal en 2005. Continúan frecuentando el banco de las Salvajes, especialmente en otoño, cuando se reduce la presencia policial en las islas, hasta la actualidad (Friedlander et al., 2016, p. 41). |
Ejército del Aire español | Herramienta de presión por excelencia de Madrid para desafiar la soberanía portuguesa de las Salvajes. | Protagoniza, presuntamente, y con su flota de F-18, vuelos a baja altura sobre el archipiélago en abril de 1996. Simula aterrizar en la isla más grande de las Salvajes, con un helicóptero AS330 Puma, en agosto de 1996. Dos de sus aviones de combate son grabados por la televisión pública lusa sobrevolando de nuevo el archipiélago en octubre de 1996. Ordena desplegar un avión de patrulla marítima CASA C-295M para efectuar otro sobrevuelo a baja altura sobre las Salvajes en 2007. |
Bruselas (Unión Europea) | Partidaria del statu–quo en favor de la soberanía portuguesa de las Salvajes; no se pronuncia, en todo caso, sobre la cuestión de la ZEE. | Asume la soberanía lusa del archipiélago al concederle, vía Consejo de Europa, y como reserva natural ubicada en Portugal, el Diploma Europeo de Áreas Protegidas en 1992. Recomienda, mediante dictamen experto comisionado por el Consejo de Europa, que las Salvajes mantengan su condición de islas en 1997. Tras cierta polémica por un detalle cartográfico, ratifica, mediante la Comisión Europea, la soberanía lusa de las Salvajes en 2003. |
Gobierno madeirense | Autoridad regional de la que dependen las Salvajes; reclama e impulsa los cambios más relevantes en la gestión del archipiélago. | Organiza la primera visita de un presidente madeirense a las Salvajes en 1993. Presiona a Lisboa para que el gobierno central reivindique sin ambages la soberanía portuguesa de las islas en 1996. Asume la administración de todo el archipiélago, incluida la ZEE a su alrededor, en 1999. Impulsa un acto parlamentario por el que reclama a Lisboa una mayor inversión para garantizar la seguridad de las islas en 2012. Se muestra abierto a explorar, mediante palabras del secretario de Medioambiente, el potencial económico del archipiélago en 2017. Aprueba la formidable ampliación de la reserva natural de las Salvajes hasta las 12 millas náuticas en 2022. Autoriza, aunque de manera provisional, y esperando las conclusiones de un estudio sobre sus implicaciones ecológicas, la pesca comercial de atún y listado alrededor del archipiélago en 2024. |
Pescadores madeirenses | Elementos de presión sobre Funchal y Lisboa para abrir las Salvajes a la actividad económica; desafían así la premisa de una reserva en el archipiélago. | Acometen la matanza más cruenta de pardelas en la historia reciente del archipiélago en 1976. Se oponen a la ampliación de la reserva de las Salvajes, tildada de unilateral, por su efecto negativo en las capturas del sector, apoyando, por el contrario, los permisos provisionales de pesca en 2024. |
Prensa española | Altavoz tardío y esporádico de la cuestión de las Salvajes en España; asume, por norma general, la soberanía portuguesa del archipiélago. | Escribe el primer reportaje en profundidad sobre las Salvajes en España, publicado en El País, en 2008. Sugiere, en una pieza de ABC, que Lisboa ambiciona la ZEE alrededor del archipiélago por los minerales estratégicos que ocultan sus fondos marinos en 2017. En una crónica de La Razón, advierte del mayor interés que suscitará en Madrid la cuestión de las Salvajes tras los permisos de pesca en 2024. |
Prensa portuguesa | Responsable de un relato sobre las Salvajes paralelo a los intereses de Lisboa; cubre con especial detalle los actos de soberanía protagonizados por el gobierno luso. | Conmociona a la sociedad portuguesa al reportar la masacre de más de 10.000 pardelas en 1976. Informa ampliamente de la primera visita de un presidente de la República, Mário Soares, al archipiélago en 1991 (Graça, 2014, p. 285). Saca a la luz el mencionado detalle cartográfico por el que un mapa de la web oficial de la Unión Europea tilda de españolas a las Salvajes en 2002. Revela a la sociedad lusa, un año más tarde, y ya tras el fin del despliegue, la hasta entonces confidencial operación Mero en 2006 (Graça, 2014, p. 266). Abre titulares con la disputa hispano-portuguesa por las Salvajes en 2013. |
Comunidad científica | Indiferente a la soberanía de las islas; apoya a quién garantice el bienestar del ecosistema. | Sin contar con la debida autorización, organiza la primera expedición científica española al archipiélago en 1953. Se muestra abierta a compartir recursos, sin atender a disputas político-diplomáticos, para desarrollar los respectivos proyectos de investigación de Lisboa y Madrid en 2014. Firma una carta abierta en la influyente revista Nature para oponerse a la pesca en aguas de las Salvajes en 2024. |
6. Palabras clave
Sorpresa | Partiendo de lo interminable que parece la disputa, resulta cuanto menos curioso comprobar cómo Lisboa y Madrid, aún manteniendo posturas contrarias en cuanto al legítimo soberano de las Salvajes, han podido alcanzar acuerdos puntuales sobre su gestión ordinaria. Además de figurar éstas en la FIR canaria, siendo Madrid responsable del tráfico aéreo sobre sus cielos, el gobierno luso convino además que cualquier misión de rescate o asistencia a embarcaciones en aguas del archipiélago recayera en las autoridades vecinas (Camacho, 2014, p. 230). Una voluntad de compromiso, y de cesión de competencias, que contrasta paradójicamente con el aparente inmovilismo en la cuestión de la soberanía. También sorprende que Madrid, reavivando el asunto de la ZEE, reclamara su ilegitimidad oponiéndose a un proyecto de ampliación de la plataforma continental portuguesa en el que las Salvajes ni siquiera aparecían. Buscando quizás el respaldo simbólico que supone reivindicarlo en un foro como Naciones Unidas, este curioso proceder fue especialmente inesperado tras el visto bueno que, apenas cuatro años antes, había dado el gobierno español al mencionado proyecto. |
Incertidumbre | Aunque probablemente no sea el ejemplo más obvio, la posibilidad de que Rocha Machado, último propietario particular de las Salvajes, se negara a vender la herencia familiar hubiera impedido que surgiera disputa de soberanía alguna; eventualidad que, aún teniendo base en la legislación portuguesa, con la figura de isla privada (Público, 2012), fue finalmente resuelta por la intercesión de Zino y la cuantiosa oferta del ejecutivo luso. Toda vez que el archipiélago se integró de facto en el Estado portugués, quizás la mayor incertidumbre sobre su devenir radica en la posibilidad de que, bajo sus fondos marinos, existan preciados recursos minerales, en la cantidad y disposición suficientes para hacer rentable su explotación. A la sospecha de que las aguas del enclave albergan petróleo y gas natural, sospecha aparentemente extendida en Madrid (Cierco y Tavares, 2015, p. 123), se le suma la certeza de que existen valiosos nódulos metálicos alrededor de las Salvajes (Camacho, 2014, p. 186). Una riqueza natural que de tornar rentable o, por el contrario, demostrarse irrelevante, cambiaría por completo la intensidad de la disputa. Certificar la existencia de tales yacimientos serviría, en todo caso, para disipar otro gran interrogante alrededor del archipiélago: si el gobierno español querría llevar la disputa con el país vecino al Tribunal Internacional del Derecho del Mar (TIDM) para que dirima, como ya ha hecho en varias ocasiones desde 2012 (Orihuela, 2014, p. 136), sobre la delimitación del espacio marino alrededor de las Salvajes. Aunque ello supondría un recurso de última instancia, quedando Madrid potencialmente expuesta a transigir un veredicto contrario a sus intereses, la mera posibilidad de que suceda obliga a ambas capitales a afianzar sus respectivas posiciones. |
Variables clave | El proyecto impulsado por el gobierno español para la construcción de un faro en el archipiélago, considerado históricamente, por su localización, en plena derrota Canarias-Península Ibérica, y por los arrecifes que lo rodean, un auténtico “cementerio de barcos” (Ulbrich, 2000, p. 144); la negativa de Lisboa al proyecto español supuso el comienzo oficioso de la disputa por las Salvajes. El interés conservacionista de Zino y, en menor medida, la WWF a la hora de garantizar la condición de reserva natural del enclave; sin tal interés, y sin la consecuente restricción prima facie a su explotación económica e incluso militar, la disputa bien pudiera haber adquirido otro cariz más violento. La decisión de Lisboa de desplegar un dispositivo de vigilancia permanente en el archipiélago; aunque concebido originariamente para evitar la caza ilegal de pardelas, de ahí su primer despliegue sólo durante la temporada de cría, este plan constituye ahora uno de los principales argumentos de la posición portuguesa, habiendo propiciado hitos de soberanía como la inauguración de la Oficina de Correos de las Salvajes o la instalación de su primera línea telefónica. La ambición del gobierno portugués por recuperar la identidad oceánica del país, creando la EMEPC, aprobando una estrategia nacional expresamente orientada a los asuntos marítimos y llegando incluso a crear un ministerio casi propio para el mar (Sereno, 2014, pp. 9-10); es en este contexto donde se encuadra las pretensiones sobre la ZEE de las Salvajes. El desafío protagonizado por Funchal al autorizar provisionalmente, y en contradicción con su estatus de reserva natural, la pesca alrededor de las Salvajes; el consecuente rédito socioeconómico que Lisboa obtendría del archipiélago altera necesariamente el cálculo estratégico que Madrid hace del enclave en disputa. |
Desacuerdo | Apenas dos años después de apadrinar la expansión de la reserva natural de las Salvajes, convirtiéndola en todo un referente para el conservacionismo marino en Europa, fue el mismo gobierno madeirense el que apostó por permitir, si bien provisionalmente, faenar en sus aguas. De desechar los primeros rumores sobre un “régimen extraordinario” de pesca, arguyendo Funchal que los armadores locales, al ser el atún, su principal botín, una especie migratoria, podían capturarlo fuera de los límites de la reserva (Rocha, 2021), a permitir la venta del 90% de esas capturas, incluso antes de que se publicaran las conclusiones de un estudio de impacto ambiental. Cambio de parecer que se ha enmarcado en muchos medios como exigencia de la ultraderecha, de aparición fulgurante en la política madeirense (Rocha, 2024b), pero que responde, en última instancia, a la disensión dentro del gobierno regional y no a tendencias ideológicas; al fin y al cabo, las primeras voces que exigían empatía hacia los pescadores llegaron de la oposición progresista (PS Madeira, 2021). Diversidad de opiniones que, en todo caso, resultaría coherente con la particular dualidad que caracteriza al sector pesquero de Madeira: modesto en su contribución económica pero, al mismo tiempo, indisociable del tejido sociocultural del archipiélago (Lebechnech et al., 2019, p. 81). Más allá de este caso, cabe remarcar la ausencia aparente de desacuerdos en el resto de actores involucrados; habiendo ocupado las Salvajes un segundo plano político y mediático incluso en la sociedad portuguesa, no sorprende que apenas existan desavenencias sobre un asunto tan poco expuesto, relativamente, al debate nacional. |
Controversia | Aunque no el más evidente, el asunto quizás más polémico que rodea a las Salvajes, de cuya interpretación dependería toda la disputa de soberanía, refiere a la pretensión portuguesa de incluir al enclave como parte indisociable del archipiélago de Madeira. Si se aceptara tal posición, que Lisboa ha querido avalar integrando a la reserva de las Salvajes en el parque natural madeirense, obligando a Zino a tributar, por su vivienda particular, en Funchal o incluso asignando el prefijo telefónico de Madeira al enclave (Jiménez, 2016), la cuestión de las Salvajes quedaría prácticamente resuelta. Territorio sin duda soberano de Portugal y, además, merecedor de ZEE al pertenecer a una unidad administrativa como la Región Autónoma de Madeira que ya genera ZEE; Lisboa ya no reclamaría una ZEE propiamente de las Salvajes sino que disfrutaría de una ZEE de Madeira dónde ya se incluiría al enclave. Sin embargo, y frente a este razonamiento que promueve, si bien no expresamente, el gobierno luso, la normativa internacional es clara, al menos según analistas españoles. Como tipifica la CNUDM, un archipiélago será aquel cuyas islas estén lo suficientemente relacionadas y cercanas entre sí para conformar una “entidad geográfica, económica y política” (Baeza, 1987, p. 81). Con unas Salvajes a 170 millas de Madeira, distancia superior a las 125 millas que el artículo 47.2 de la CNUDM especifica como máxima para que dos islas formen archipiélago, emplazadas, desde el punto de vista geológico, en la formación volcánica de las Canarias, no en la de Madeira (Camacho, 2014, p. 210), y sin una economía exclusivamente ligada a los madeirenses, como atestiguan los pescadores canarios, se antoja difícil para Lisboa avanzar en su premisa de unas Salvajes dentro de Madeira. En todo caso y, si se aceptara que las Salvajes, como entidad independiente de Madeira, merecerían su propia ZEE, nuevas dudas surgen entre comentaristas lusos y españoles sobre el reconocimiento efectivo de esos derechos. Mientras que Lisboa defendería, como así lo ha legislado en la Ley n.º 34/2006, la aplicación del principio de equidistancia para delimitar la frontera marítima entre las Salvajes y Canarias, situándola a medio camino de ambos territorios, como ya se hizo en los Acuerdos de Guarda sobre las aguas peninsulares, Madrid apostaría por el principio de equidad. Alternativa, respaldada expresamente por la CNUDM (Sereno, 2014, p. 13), que eliminaría la eventual injusticia de que “diminutos” enclaves pudieran generar “enormes derechos” marítimos cuyos beneficios, además, no recaerían en la población local de esos espacios sino en un Estado “potencialmente lejano” (Guilfoyle, 2018, p. 62). Bajo tal premisa, el gobierno español tan sólo concedería mar territorial a las Salvajes, ganando más de 40.000 kilómetros cuadrados de ZEE, una porción de mar del tamaño de Extremadura (Sereno, 2014, p. 23). Posición que incluso encontraría respaldo en la correspondiente jurisprudencia, con una reciente sentencia del Tribunal de Justicia Internacional que hace prevalecer la ubicación del enclave a su condición de isla; aunque un territorio fuera considerado isla, no generaría ZEE si, por razón de su particular emplazamiento, tuviera un efecto injusto e inequitativo en los derechos marítimos de un país vecino (ICJ, 2012, p. 90). El que la comisaria europea de Asuntos Marítimos y Pesca se haya referido al asunto de las Salvajes abogando por una solución “equitativa” tan sólo ratifica la apuesta de Madrid por ese principio (Bernardes, 2014). Con todo ello, se explica quizás por qué los analistas portugueses tienden a enfocar la cuestión de las Salvajes según su condición (o no) de islas, ignorando el debate entre los principios de equidistancia y equidad, mucho más citado por sus homólogos españoles. Cabe mencionar además cómo la gran mayoría de estos comentaristas españoles recurren en sus análisis al término “isla” sin que por ello se desprenda de sus argumentos una posición siquiera afín a la pregonada por Lisboa; todo lo contrario. Como se ha hecho en este trabajo, su elección léxica respondería, en todo caso, a una mera cuestión comunicativa, a un compromiso con la claridad expositiva y la comprensión del lector. Así, utilizar el vocablo “isla” no debe entenderse como un reconocimiento de que las Salvajes son, efectivamente, y frente a la posición española, islas merecedoras de ZEE, sino, más bien, como un detalle lingüístico sin mayor trascendencia. |
Indicadores | La reivindicación prácticamente nula que las autoridades portuguesas hicieron de las Salvajes desde su descubrimiento oficial por Diogo Gomes hasta bien entrado el siglo XX; aparente indolencia que bien pudo haber motivado la determinación con la que Madrid asumió para sí la construcción del faro en el archipiélago, inaugurando la disputa por su soberanía. La preciada posición que ostentan las Salvajes en el mapa atlántico, tanto en términos geopolíticos, custodiando la derrota Canarias-Península Ibérica y habiendo servido incluso de importante fondeadero para submarinos y buques de guerra en el pasado (Díaz, 2024), como en términos puramente económicos, donde destacaría su potencial para la minería submarina; atractivo estratégico que hace comprensible la insistencia con la que Lisboa y Madrid han defendido, y continúan defendiendo, sus respectivos intereses sobre el archipiélago. El estatus de reserva natural que Lisboa confirió al enclave, garantizando la preservación de su riqueza ecológica y retirándolo así, al menos de iure, de las ambiciones territoriales de otros países, en tanto que “patrimonio común” de toda la humanidad por su enfoque conservacionista (Van Dyke et al., 1988, p. 433); el consecuente límite a la explotación socioeconómica del archipiélago, si bien matizada recientemente, ha contribuido a rebajar tensiones entre Lisboa y Madrid. La inacción de las autoridades españolas a la hora de reclamar una hipotética ZEE alrededor de las distintas plazas de soberanía en el norte de África, especialmente en torno a la isla de Alborán, habitada permanentemente por personal militar y también de un elevado valor ecológico, en un símil análogo a las Salvajes; el propio gobierno español ya citó su “doctrina en relación con la isla de Alborán” para oponerse igualmente a la ZEE de las Salvajes (Secretaría General del Congreso de los Diputados, 2017, pp. 3-4). El quizás inesperado interés con el que la prensa portuguesa abordó la cuestión de las Salvajes, dedicando no pocos reportajes a realzar el valor ecológico y, por qué no, patriótico del archipiélago (Pulgar, 2019, p. 142); esta cobertura mediática ha contribuido a que la sociedad lusa y, más concretamente, madeirense asumiera el enclave como suyo y se sumara a Lisboa en su condena de las actuaciones españolas. La reacción española al hecho de que todo un presidente de la República portuguesa pernoctara en un lugar tan remoto, tardando 12 horas en llegar desde Madeira, e inhóspito como las Salvajes, limitándose Madrid a defender sus intereses en Naciones Unidas, aún en un debate inconexo, para compensar el eco mediático de la acción de Cavaco Silva; cautela que simboliza la predilección del gobierno español por la diplomacia en su disputa con Lisboa. |
Fenómenos nuevos | Apenas meses después de que Lisboa aceptara la apertura de las Salvajes a la pesca decretada por Funchal, en lo que podía entenderse motivo de alarma para Madrid, el mismo gobierno portugués aprobó el Decreto n.º 66/XVI, del 18 de marzo de 2025, por el que prohíbe, al menos hasta 2050, la minería submarina en aguas del país, convirtiéndolo así en el primer Estado europeo en legislar firmemente al respecto (Expresso, 2025). Un aparente alivio para Madrid que, en todo caso, no sería definitivo: el decreto paraliza temporalmente las “actividades de prospección y exploración”, veto que, curiosamente, también ha defendido el ejecutivo español a nivel global (Barata, 2025), pero no así la investigación científica, condición sine qua non para todo país que pretenda explotar eventualmente sus fondos marinos (Isetani et al., 2022, p. 13). De hecho, Groenlandia ya declaró en marzo de 2024 una moratoria similar de dos años aunque mostrándose en el mismo comunicado ostensiblemente optimista de cara al futuro de su minería submarina; es más, el gobierno de la isla ha seguido concediendo permisos de exploración durante la moratoria (KNR, 2024). Por tanto, el acto de Lisboa no buscaría condenar invariablemente la minería en aguas profundas sino comprender mejor sus efectos en el ecosistema; de ahí el que el texto final que aprobó el decreto de 2025 omita un mecanismo previsto inicialmente para renovar por una década más la moratoria (Ambiente Magazine, 2025). Matiz que serviría de advertencia para Madrid a la hora de monitorizar las aspiraciones mineras de Lisboa en sus aguas y, potencialmente, en unas Salvajes que ya han certificado su atractivo mineral. Un aviso a navegantes que torna aún más perentorio al considerar que el mencionado decreto fue aprobado apenas días después de que se disolviera el Parlamento luso, convocándose elecciones para mayo de 2025. Circunstancia que, además de haber retrasado la entrada en vigor de la legislación, suma mayor incertidumbre a la aplicación efectiva de la moratoria: los dos únicos partidos que votaron en contra del decreto son aquellos que los sondeos electorales colocan como tercer y cuarta fuerza, claves para conformar un hipotético, y probable según la demoscopia, nuevo gobierno conservador (Azevedo, 2025). En tal escenario, resulta sencillo imaginar cierta presión para que la moratoria quede sin efecto o, en todo caso, se matice sustancialmente, agravando las reservas de Madrid ante esa perspectiva de unas Salvajes fuente significativa de beneficio económico por su riqueza mineral. |
7. Estado actual
Más de un siglo después de que comenzara la disputa por su soberanía, la cuestión de las Salvajes continúa enfrentando a Lisboa y Madrid aunque sin dinamitar, de modo alguno, las relaciones entre dos países condenados geográficamente a entenderse. Apoyándose en lo remoto del enclave, así como en lo incierto del potencial económico bajo sus aguas, ambas capitales han coincidido en mantener un perfil bajo en lo que respecta al archipiélago, cuyas menciones en la política peninsular han tenido más que ver con la curiosidad periodística que con una estrategia firme y ambiciosa de sus respectivos gobiernos.
Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores español ya reconocieron, durante plena polémica por los incidentes de pesca alrededor de las Salvajes, preocupantes algunos de ellos por la agresividad demostrada, que la prudencia era algo innegociable a ambos lados de la frontera; se temía que la disputa pudiera instrumentalizarse por cierto nacionalismo radical, forzando así el estallido de contenciosos irreales entre vecinos (Güell, 2008). Reservas que, irónicamente, y casi dos décadas después de esa inusual confesión, adquieren hoy especial relevancia ante los próximos comicios en Portugal.
En todo caso, y aún aceptando cierta incertidumbre por la hipotética llegada al poder de sectores afines a ese relato nacionalista, la salud de las relaciones hispano-portuguesas no puede calificarse de otro modo que de excelente. No en vano, el actual gobierno portugués eligió Madrid como destino de la primera visita oficial al extranjero del primer ministro Montenegro, en un gesto otrora habitual de la política lusa pero que el último ejecutivo dedicó al mundo lusófono (Rodrigues, 2024). De igual forma, y apenas tres meses después, la princesa Leonor, próxima jefa del Estado español, devolvía el guiño volando a Lisboa para completar su primer viaje oficial al extranjero como heredera al trono (Domínguez, 2024).
Dos detalles de diplomacia que se suman a otras tantas decisiones y proyectos que ratifican toda una hoja de ruta compartida entre España y Portugal. Desde el Mundial de fútbol de 2030, ocasión que se espera pueda acelerar la conexión de alta velocidad Madrid-Lisboa, indispensable para la integración ibérica (Hernández, 2024), hasta el apoyo portugués a la campaña pro-palestina liderada, entre otros, por el ejecutivo español, en un acto “sin precedentes” para la diplomacia lusa (Sá, 2024), no son precisamente pocos los indicios que apuntan a una creciente convergencia de intereses entre ambos países. Una cooperación cada vez más estrecha que recordaría, si bien tímidamente, al proyecto Iberolux, aquella estrategia ibérica conjunta que defendieron en su día el alcalde de Oporto o, incluso, el actual ministro de Exteriores luso (Pestana, 2020).
Optimismo generalizado por el que resultan tan sorprendentes puntuales exabruptos como el que protagonizó recientemente el titular portugués de Defensa al afirmar ante la prensa que la localidad de Olivenza, cuya soberanía también se disputa a ambos lados de la frontera, manteniéndose de facto bajo dominio español, es “naturalmente” territorio luso (González, 2024). Aunque luego catalogadas desde Lisboa como simples opiniones personales del ministro, lo cierto es que estas declaraciones reactivaron cierto nacionalismo latente en sectores del pueblo portugués, los cuales salieron a la calle para manifestarse, durante los actos solemnes de la Restauración de la Independencia lusa, en favor de una Olivenza de nuevo portuguesa (Público, 2024).
A pesar de ello, y como se demostró un mes después de esas palabras, con la celebración, sin mayor contratiempo, de la trigésimo quinta cumbre ibérica, apenas existen motivos para dudar de las extraordinarias relaciones entre Lisboa y Madrid. Más aún cuando, recientemente, diversos estudios de opinión han desmentido el que, para algunos analistas, era el elefante en la habitación de las relaciones hispano-portuguesas: la supuesta “falsa amistad” que ambos países se profesarían, fruto de la geografía pero que ni lusos, recelosos de una Portugal demasiado cercana al otrora rival peninsular, ni españoles, frustrados por el deseo de diferenciación de Lisboa, compartirían (Rivero, 2010). Nada más lejos de la realidad: ambas sociedades se reconocen mutuamente como su mejor aliado, siendo el país vecino al que se valora más positivamente de todo el concierto europeo y occidental (CIS, 2022, p. 4; González y Martínez, 2021, p. 8).
Al fin y al cabo, Olivenza para Lisboa no supondría más que las Salvajes para Madrid. La excepción que vendría a confirmar la regla, el matiz aún en litigio, y sin aparente resolución en el horizonte, dentro del extenso y resiliente bilateralismo ibérico. No existe siquiera constancia de que el ejecutivo español levantara queja formal por las palabras del ministro de Defensa luso sobre Olivenza. Pareciera como si ambos países hubieran llegado a un consenso tácito por el que cada sucesivo gobierno tolerara, en mayor o menor grado, como hizo Lisboa con los vuelos sobre las Salvajes, las reivindicaciones puntuales de soberanía siempre y cuando ninguna parte socavara sustancialmente el statu–quo. Ni de Olivenza ni de las Salvajes.
Algo análogo a lo que parece suceder con la actividad pesquera alrededor de las Salvajes. Una actividad que, en su versión ilegal, esto es, en lo que respecta a las embarcaciones canarias, habría sido presuntamente erradicada tras la implementación del Sistema Costa Segura, según fuentes del ejército portugués (Freire, 2019). Sin la competencia que supondrían para los pescadores madeirenses sus homólogos canarios y sin la violencia potencial que éstos ya habrían ejercido, el statu–quo se mantendría invariable, al menos en lo que respecta a la pesca y a su papel en los deseos de soberanía españoles. Lisboa disfrutaría del rédito económico de unas aguas que confirmaría propias mientras que Madrid transigiría y cesaría en su intento por disputar los recursos pesqueros de las Salvajes.
Sin embargo, todo ello partiría de una premisa aparentemente errónea: el éxito del Sistema Costa Segura no parece ser tal. Según datos de Global Fishing Watch disponibles en línea, y en base a los registros del IAS, Sistema de Identificación Automática, el mismo estándar que utiliza como referencia la estructura de vigilancia de las Salvajes (Funchal Noticias, 2016), apenas se observan diferencias apreciables en la actividad pesquera alrededor de las Salvajes antes y después del Sistema de Costa Segura. Como tampoco aparecen si se mapean las embarcaciones a partir de registros SAR, Radar de Apertura Sintética, los cuales permiten obtener una visión más fiel de la pesca ilegal puesto que los botes que participan de ella, en un intento por ocultar su actividad, suelen navegar con sus dispositivos AIS apagados (Poortvliet, 2022).
Entonces, y a la vista de esta aparente contradicción, ¿pudo haberse precipitado el ejército portugués al prácticamente celebrar la erradicación de la pesca ilegal en las Salvajes? ¿O quizás se aventuró a ello con la intención de rebajar tensiones con Madrid, aceptando oficiosamente las incursiones de embarcaciones canarias? Teniendo en cuenta que las autoridades lusas acumulan varios años de experiencia operando tecnología SAR para el control de la pesca en sus aguas (Farinha, 2020, p. 88), habiéndose demostrado sumamente eficaz para detectar incluso embarcaciones de tres metros de eslora (Silva y Greidanus, 2012, p. 24), resulta evidente que Portugal sí cuenta con la capacidad técnica y logística para combatir, al menos sobre el papel, la pesca ilegal en las Salvajes.
Es por ello que esa segunda hipótesis, la de una Lisboa que conoce el alcance del problema, que dispone de los medios para, en el peor de los casos, mitigarlo pero que no se atreve a ello, cobra cierto sentido. ¿Por qué? Porque, para las autoridades portuguesas, y como parecen confirmar los propios agentes encargados de su fiscalización (Freitas, 2019, p. 100), la pesca ilegal en las Salvajes es un mal menor. Mientras que Madrid se contente con explotar los recursos pesqueros del archipiélago, Lisboa no tendría demasiados incentivos para alterar sustancialmente el statu–quo; uno en el que, de hecho, los pescadores canarios siempre han sido protagonistas. Adoptar un control más firme de la pesca ilegal significaría, bajo esta premisa, arriesgarse a que el gobierno español retomara actitudes pasadas como las acciones de sobrevuelo o las campañas mediáticas en Naciones Unidas.
El verdadero peligro de este conformismo para Lisboa vendría quizás no de Madrid sino de la propia Funchal. En un contexto en el que el sector pesquero portugués ha logrado recortar sustancialmente las importaciones que llegan al país (Ferraz, 2024), presionando en Bruselas, con éxito, para aumentar su cuota de pesca y expandirse a nuevos caladeros (Siza, 2024), no resulta difícil imaginar la respuesta de los pescadores madeirenses a la competencia supuestamente ilegal de los canarios. Ya un eurodiputado luso, el único representante de Madeira en el hemiciclo, dejó entrever, durante una rueda de prensa en el puerto de Caniçal, desde donde parte la flota madeirense que faena en las Salvajes, que ese aumento de cuotas estimularía la pesca alrededor del archipiélago (RTP, 2024), anticipando así la carrera entre ambas flotas por los recursos pesqueros del enclave.
Si Funchal continúa concediendo permisos de pesca para operar en las aguas otrora protegidas de las Salvajes, premisa un poco menos incierta tras los recientes comicios en Madeira, los cuales ratificaron en el poder al gobierno responsable de esa medida, la presión del sector pesquero madeirense, así como la amenaza de incidentes con las embarcaciones canarias, parece inminente. Más aún cuando la producción pesquera anual de la flota madeirense, en torno a las cinco mil toneladas desembarcadas durante los últimos años (DREM, 2023), apenas podría competir con la voracidad que históricamente alcanza la flota canaria (Lebechnech et al., 2019, p. 6).
A partir de las veinte mil toneladas que la pesca ilegal genera anualmente en Galicia, casi un veinte por ciento de las capturas totales del sector (Martínez, 2023, p. 23), incluso las estimaciones más conservadoras de la producción ilegal canaria compondrían un serio desafío para las ambiciones del sector madeirense (Prellezo et al., 2021, p. 167). Desafío que, de concretarse, podría convencer a Funchal de aumentar la presión política y mediática sobre Lisboa, cuya valoración del statu–quo bien pudiera favorecer entonces una actitud menos permisiva ante la actividad española en aguas oficialmente portuguesas.
En ese caso, y aunque no fueran precisamente las Salvajes el motivo de sus actuaciones, las autoridades lusas ya estarían preparándose para marcar soberanía alrededor del archipiélago, disuadiendo la pesca ilegal. Y es que, en otro de los hitos actuales que influyen en el devenir del enclave, Lisboa se ha embarcado recientemente en una profunda modernización de sus capacidades militares, impulsando programas de adquisiciones que cuantitativa y, sobre todo, cualitativamente permitan al país pre-posicionarse de manera efectiva ante los retos de la geopolítica mundial (República Portuguesa, 2024, pp. 6-7).
Especial interés para la disputa de las Salvajes despierta el flamante contrato que proyecta la construcción de hasta catorce patrulleros costeros y oceánicos para la Marina lusa, ideales para ejercer presencia en la ZEE por su extraordinaria versatilidad; la Marina portuguesa, de hecho, menciona expresamente el control de la actividad pesquera como una de las tareas por excelencia de estos buques (Direção de Navios, 2024, p. 4). Dotados asimismo de una modesta carga artillera, su eventual despliegue en las inmediaciones de las Salvajes tampoco despertaría excesiva inquietud en Madrid, redundando así en la utilidad de estos nuevos patrulleros para reafirmar la soberanía de enclaves en disputa.
Aunque las autoridades españolas han presentado igualmente un plan de renovación de la Armada con vistas a la década de 2030 (Carrasco, 2024), la licitación de, cabe subrayar, catorce patrulleros acercaría a Portugal a la paridad de medios con España, otorgándole además cierta escalabilidad en su ejercicio de soberanía. Entre desplegar una patrullera para fiscalizar las aguas nacionales, pudiendo enviar posteriormente, y en caso necesario, medios más potentes, y desplegar ex nihilo una fragata, de perfil mucho más agresivo, como hizo Lisboa tras los vuelos españoles sobre las Salvajes, hay una gran diferencia. Y un gran riesgo de activar una espiral de actuaciones cada vez más enérgicas desde ambas capitales.
Junto al componente naval, también destacaría otro ámbito en el que el ejército luso sí tendría clara ventaja, al menos actualmente, sobre su contraparte española: el de los aviones de patrulla marítima, vitales para garantizar el control de la vastísima superficie marina que Portugal reclama para sí. Una capacidad de la que España lleva huérfana desde 2022, tras retirar los vetustos P-3 Orión, y que sólo se espera pueda recuperarse, si se cumplen las previsiones, en 2027 (Pons, 2023, p. 39). Hasta entonces, las autoridades portuguesas dispondrán de tal ventaja a la hora de controlar la actividad pesquera en las Salvajes y, por qué no, añadir una capa más de disuasión ante cualquier nueva maniobra intimidatoria por parte de Madrid.
Un aumento éste de las capacidades militares que, en todo caso, cabe remarcar no dibujaría un escenario necesariamente más tenso. Aunque sí lo torna más volátil, por el amplio abanico de opciones que ahora manejan Lisboa y Madrid, estos programas de modernización de las Fuerzas Armadas también pueden limitarse a servir de respaldo simbólico a las posiciones de ambas capitales. A falta de nuevas visitas oficiales a las Salvajes, que no se esperan hasta 2026, tras las elecciones presidenciales en Portugal, qué mejor que un patrullero para marcar soberanía y demostrar fuerza ante eventuales desafíos de soberanía.
Dónde esta modernización militar sí podría tener una utilidad más operativa, alejada de ese rol meramente garantista, sería en la lucha contra las redes internacionales de narcotráfico. Consolidándose Canarias como destino de la boyante ruta sudamericana de suministro a Europa (Pérez, 2024), las Salvajes quedan sensiblemente expuestas a la presencia de sus naves nodriza. Más aún cuando se comprueba que muchas de ellas son embarcaciones a vela (Méndez, 2025), y que las corrientes marinas del Atlántico colocan a las Salvajes justo a medio camino entre las Azores, donde la mercancía que se ha embarcado en Sudamérica o el Caribe tiene su primera parada, y Canarias, puerta de entrada al mercado europeo (Freitas et al., 2019, p. 10).
Con un consumo de drogas al alza en Madeira, cobrando el asunto una relevancia política y mediática otrora impensable en un país tan exitoso en la lucha contra ellas (Suárez, 2024), no sorprendería que Lisboa decidiera desplegar regularmente medios de patrulla marítima, ya fueran navales o aéreos, para fiscalizar sus aguas más septentrionales alrededor de las Salvajes. La capacidad antisubmarina que incorporarán los seis nuevos patrulleros oceánicos de la Marina portuguesa también resultaría de suma ayuda ante el creciente fenómeno de los narcosubmarinos en el entorno del archipiélago (Beake, 2023).
8. Lecciones aprendidas
Cuando uno vuela de Lanzarote al aeropuerto tinerfeño de Los Rodeos, y si se tiene suerte con el estado de las nubes, lo que da la bienvenida a la isla de Tenerife es su emblemático faro de Anaga. El más antiguo de toda Canarias, el único que aún ostenta la categoría de faro de primer orden dado su gran alcance, donde comienza una de las rutas de montañismo más espectaculares de toda Europa; no son pocos los motivos por los que el faro forma ya parte de la identidad de la isla. Pero aún así, el faro no está donde debería estar. O al menos donde se proyectó originalmente que debía estar.
Y es que la construcción fue diseñada y concebida en un primer momento para que alumbrara las costas de las Salvajes: el faro hoy tinerfeño de Anaga es el mismo que el gobierno español de 1881 quiso emplazar apenas un centenar de kilómetros más al norte (Sánchez, 1994, p. 1024). Cuando Lisboa vetó el proyecto, se acabó eligiendo la punta de Anaga, en el extremo nororiental de Tenerife, para levantar ese faro con el que guiar a las embarcaciones que arribaban o zarpaban del archipiélago canario.
Se trata así de un recordatorio diario para los tinerfeños y, en consecuencia, para el resto de España de que quien dispara primero (suele) gana(r). Aunque Madrid sí tomó la iniciativa de proponer la construcción del faro, diseñándolo treinta años antes de que las autoridades portuguesas presentaran un estudio siquiera similar del futuro edificio, fue Lisboa quién “disparó” primero. Con el apoyo expreso de Londres, y habiendo ya desplegado en las Salvajes medios navales, Madrid se vio prácticamente obligado a aceptar el veto portugués, entregando su proyecto del faro a manos vecinas.
Para “disparar” primero, la iniciativa española del faro apenas tuvo la creatividad ni la contundencia necesaria. Cuando la primera oferta de Madrid fue rechazada, hubo resignación, no alternativas. Si Portugal impedía que España asumiera los costes de construcción del faro, quizás una nueva propuesta que incluyera la promesa de no dudar públicamente de la soberanía del archipiélago hubiera resultado más convincente. Al fin y al cabo, y cómo sugería el hecho de que, hasta entonces, la idea del faro no se había planteado siquiera, tardando luego casi un siglo en materializarse, la prioridad para Lisboa no era precisamente la navegación sino el mero control del enclave.
Un control que, en todo caso, Madrid podría haber erosionado sutilmente tan sólo con una nueva “concesión” a los intereses portugueses: asumir además los costes de mantenimiento. Concesión entre comillas porque si bien tal licencia descargaría a Lisboa de toda responsabilidad financiera respecto al faro, también garantizaría que Madrid tuviera presencia periódica en el archipiélago a través de aquellos encargados del mantenimiento. Que mantuviera la capacidad real, y jurídica incluso en virtud del hipotético acuerdo, de desembarcar en las Salvajes y normalizar con ello la huella española en su suelo y no sólo en sus aguas.
Dos alternativas a la propuesta original de las que no se tiene constancia durante las negociaciones hispano-portuguesas pero que, aún así, perfectamente podrían haberse debatido a puerta cerrada, sin convencer finalmente a Lisboa. Es por ello que Madrid no sólo pecó de rigidez en su propuesta sino también de excesiva templanza, sin voluntad de ejercer suficiente presión para forzar a las autoridades lusas a elegir.
Como ya hiciera años después la WWF, una opción contundente para el gobierno español hubiera podido pasar por negociar directamente con el propietario particular de las Salvajes, informando de sus intenciones al ejecutivo portugués sólo después de haber alcanzado un entendimiento. Así, y aunque desde Lisboa se hubiera reaccionado, como se hizo con Rocha Machado, ejerciendo su derecho de tanteo, ello ya hubiera supuesto un serio compromiso, político y financiero, para la Corona lusa. Especialmente cuando ésta vivía años de escaso crecimiento económico, negativo incluso, en comparación con el escenario más optimista que se respiraba al otro lado de la frontera (Pedreira, 1992, p. 55).
Cabe remarcar asimismo que la hipotética adquisición del archipiélago, o, al menos, el principio de acuerdo con su propietario, por parte de España tampoco hubiera resultado especialmente gravoso. Si Francisco Cabral de Noronha traspasó las Salvajes a la familia Rocha Machado por un montante de ocho mil reales como pago por sus deudas de juego (Lino, 2017), y la peseta, por aquellas fechas, se pagaba a un mínimo de 170 reales aproximadamente (Faísca, 2019, p. 253), el coste de la operación para Madrid hubiera sido mínimo.
Incluso si se asumiera que el precio que habría aceptado Cabral de Noronha se hubiera duplicado como mínimo al obviar el detalle de la deuda de juego y con el agravante de ser España el negociante, la compra de las Salvajes no habría superado siquiera las mil pesetas. Teniendo en mente que el coste de la redención para aquellos jóvenes llamados a servir en la inminente Guerra de Cuba oscilaba entre las 1.500 y 2.000 pesetas (Hernández y Mancebo, 1978, p. 370), resulta evidente lo asequible de la hipotética compra española de las Salvajes.
De todas formas, y aunque Madrid hubiera podido “disparar” primero, de poco habría servido una actitud más asertiva si ésta no se acompañase de cierto consenso nacional a la hora de adoptarla; reivindicar sin desear es inútil. Del mismo modo que el faro de las Salvajes fue motivo de desavenencias entre los cabildos grancanario y tinerfeño una vez que Lisboa rechazó la propuesta española y el faro acabó construyéndose en Anaga, decisión que Las Palmas tachó de “maniobra subterránea” para beneficiar a Santa Cruz (Sánchez, 1994, p. 1024), el asunto de las Salvajes pareció dividir a la política y sociedad españolas.
Mientras que Lisboa siempre se habría posicionado firmemente junto a Funchal en la reivindicación portuguesa de las Salvajes, ya fuera otorgándole el altavoz mediático de la capital, ya fuera manteniéndose al margen de decisiones polémicas como esos permisos de pesca, evitando escisiones territoriales en torno al archipiélago, Madrid no habría hecho lo propio con Canarias. Hogar de quienes visitaron quizás por vez primera el enclave, en las islas siempre ha existido un mayor interés por la cuestión de las Salvajes.
No en vano, los pescadores canarios que fondeaban en el archipiélago, a diferencia de sus homólogos madeirenses, los cuales, como reconocen incluso autores portugueses, entendían el enclave como un mero recurso económico, viajaban en familia. Mujeres y niños también permanecían temporadas allí, mariscando mientras los hombres se echaban a la mar. Incluso se tiene constancia del enterramiento de cuatro miembros de una familia, víctimas del tifus; se trata, aparentemente, del único resto funerario que se conoce en todas las Salvajes (Graça, 2014, p. 317). El arraigo del archipiélago en el pueblo canario, por tanto, parece evidente.
Así lo demuestra el detalle no menor de que la inmensa mayoría de las reivindicaciones sobre las Salvajes que emanaban de la política española era de autoría canaria. Vía Bruselas o directamente desde el púlpito del Senado, las voces insulares pronto conformaron la avanzadilla de la posición española. Una que, en todo caso, luego no encontraba refuerzos. Pocas autoridades, por no decir ninguna, del contexto político-cultural madrileño o directamente peninsular se pronunciaron sobre la posibilidad de unas Salvajes españolas como lo hicieron Gago Coutinho o Carlos de Vasconcelos en Portugal.
Quizás el mejor ejemplo de esa brecha Canarias-Madrid sucedió tras la visita de Mário Soares a las Salvajes en 1991, la primera vez que un presidente de la República, máximo representante de la unidad del Estado, desembarcaba en el archipiélago, integrando así el sentimiento madeirense por las Salvajes en la política lisboeta. Tras este gesto, tuvieron que pasar cinco años para que Madrid respondiera con los sobrevuelos de un escuadrón de cazas. Hasta entonces, y de manera quizás predecible, las únicas voces que se alzaron contra el arrojo del gobierno portugués fueron las del pueblo canario. Frente a la preocupación insular, la aparente indiferencia o, en el mejor de los casos, excesiva prudencia de la capital.
Una actitud la de las autoridades españolas que, además, resulta cuanto menos sorprendente por el bajo coste, político pero también económico, de muchas de las actuaciones vecinas. Es cierto que Lisboa pudo haberse garantizado la soberanía de las Salvajes, al menos bajo el statu–quo actual, con una política de hechos consumados, declarando unilateralmente la ZEE del enclave o incorporándolo directamente a la región de Madeira. Pero no es menos cierto que, mientras tanto, los sucesivos gobiernos lusos no han escatimado en construir monumentos que recuerden a cualquier visitante que las Salvajes son también Portugal o en financiar reportajes sobre el archipiélago en la televisión pública del país: las reivindicaciones simbólicas son lo más importante de las reivindicaciones menos importantes.
Quizás el ejemplo más significativo al respecto sea todo lo que la posición portuguesa ha logrado avanzar a través de la ciencia. Ajena a las disputas políticas, como demostró la colaboración hispano-portuguesa en materia oceanográfica en 2013, apenas meses después de la protesta española en Naciones Unidas, la investigación científica conforma lo que la comunidad internacional suele catalogar como responsabilidad transnacional, inmune (teóricamente) a cuestiones fronterizas. Un valor políticamente imparcial, que las partes en conflicto se ven presionadas a adoptar y que, por tanto, acaba revalidando a efectos prácticos el statu–quo vigente.
Desde el afán de Lisboa por comisionar los estudios necesarios para que la reserva de las Salvajes fuera reconocida a nivel internacional como espacio portugués de extraordinario valor, hasta el papel de las universidades lusas a la hora de apadrinar proyectos en los que científicos de todo el mundo investigaran el archipiélago con el beneplácito de Lisboa (Campos, 2023), la ciencia como prueba de soberanía ha sido mejor aliada para Portugal que para su vecina peninsular. También porque las autoridades portuguesas así lo han impuesto: cuando científicos españoles organizaban expediciones al archipiélago, los permisos pertinentes no llegaban, empujándoles a viajar de forma clandestina y silenciando así sus descubrimientos más allá de la comunidad científica.
Sólo hay que reparar en la importancia que los medios portugueses, especialmente en comparación con sus homólogos españoles, otorgan a las campañas de investigación que regularmente visitan las Salvajes (Pulgar, 2019, p. 114). Toda vez que se conjuga la ciencia con una debida repercusión mediática, integrándola en la cultura popular del país, como ya hizo Lisboa con esa serie filatélica inspirada en las Salvajes, todo es más sencillo; el simbolismo de un archipiélago que se estudia bajo el paraguas de Lisboa contribuiría sobremanera a apuntalar la posición portuguesa sobre su soberanía.
Y es que cualquier acto simbólico requiere de un relato detrás, de una formulación tácita de los intereses que con él se persiguen, para convencer de manera efectiva, o incluso únicamente efectista, a su público. Algo que, por supuesto, también concierne a la parte contraria en la disputa, a aquella que debe responder al acto simbólico. Ya lo demostró Dublín cuando un ex comando de las fuerzas especiales británicas escaló el peñón de Rockall, acampando allí durante cuarenta días para reivindicar su pertenencia a Reino Unido: la reacción irlandesa consistió básicamente en tildar tal maniobra de auténtico sinsentido, concluyendo que la decisión de “sentarse sobre una roca” no confiere, en absoluto, derecho sobre ella a gobierno alguno (Van Dyke et al., 1988, p. 453).
Lo simbólico sólo sirve si se permite que sirva. Y España, en la disputa por las Salvajes, lo permitió. Quizás el caso más flagrante ocurriera tras la noche que pasó Cavaco Silva en las Salvajes, el primer, y, hasta el momento, único, presidente de la República en pernoctar allí. Ni la política ni siquiera los medios españoles, salvo contadas excepciones, se hicieron eco entonces de la noticia, negando así la posibilidad de que cristalizase un relato contrario al que Lisboa desarrollaba. Uno que caricaturizara o simplemente restara gravedad a la estancia, catalogándola como una decisión arbitraria, simbólica pero irrelevante a efectos prácticos a tenor de la normativa internacional, la cual exige una habitabilidad no puntual sino constante para que una roca pueda ser considerada isla y, por tanto, generar ZEE.
Algo similar a lo que aún se menciona como argumento destacado en pro de la posición portuguesa: el dictamen de 1938 de la Comisión Permanente de Derecho Marítimo Internacional que declara las Salvajes territorio luso. Aunque resulta lógico que analistas portugueses recurran a él para ratificar, “de forma inequívoca” y “definitivamente”, la legitimidad del statu–quo vigente (Graça, 2014, p. 253; Santana, 2016, p. 10), es menos lógico que autores internacionales, españoles inclusive, reiteren esa misma interpretación decisiva (Sereno, 2014, p. 21; Jempson y Ortega, 2024; Villatoro, 2024). Al fin y al cabo, y en contra de lo que pudiera sugerir su ostentoso nombre, la comisión dependía enteramente del gobierno portugués; tan sólo incluía tres expertos que conformaban amplia minoría y que, en todo caso, manifestaban claras inclinaciones en pro del régimen luso (Graça, 2014, p. 253).
Que Lisboa pudiera enmarcar el dictamen de un órgano en absoluto independiente como prueba indiscutible de su soberanía de las Salvajes y, sobre todo, que comentaristas vecinos ejercieran de altavoz de dicho relato, evidencia la debilidad del poder blando español en torno a las Salvajes. Un fracaso que, aún así, podría verse compensado por campañas selectivas de acciones más directas. Desgraciadamente para Madrid, éste tampoco ha sido el caso.
Incluso cuando las autoridades españolas respondieron, en honrosas excepciones, a los actos de Lisboa, como durante esa campaña de vuelos sobre las Salvajes, tampoco existió un esfuerzo cohesivo y prolongado en el tiempo por desafiar la soberanía portuguesa. Fueron, por norma general, acciones más efectistas que efectivas, sin contar además con el debido eco mediático. Es más, cuando algunos de los actos más asertivos que se emprendieron desde Madrid llegaron a los medios, incluso hubo disculpas oficiales por parte del ejecutivo español, prometiendo públicamente cesar en tal comportamiento censurado por Lisboa (Europa Press, 2008). No hubo, como se deduce de lo anterior, una acción diplomática lo suficientemente firme para secundar maniobras puntuales como esos sobrevuelos; hay que saber escoger las batallas.
Tanto las batallas que se comienzan pero que no catalizan la voluntad política necesaria para apoyarlas como aquellas que quizás supongan un desgaste innecesario para la ventaja pírrica que supondría su victoria. Especialmente llamativo a ese último respecto sería la aquiescencia de Madrid a la hora de incluir a las Salvajes en la zona de responsabilidad española ante cualquier eventualidad de tráfico aéreo y marítimo. Una apuesta cuanto menos arriesgada por el limitado beneficio que, como se ha comprobado, puede tener en el statu–quo alrededor del archipiélago y los significativos riesgos reputacionales e incluso jurídicos que acarrearía cualquier error en las operaciones de control e incluso rescate tanto en los cielos como en las aguas del enclave.
La batalla que sí pareció elegir Madrid con más acierto fue la concerniente al conservacionismo en las Salvajes. Y es que, aún cuando las autoridades portuguesas hubieran consentido la pesca en la reserva, años después de que la UNESCO ya hubiera tachado su política conservacionista de insuficiente, subrayar dichos fallos tampoco habría sido una estrategia especialmente fecunda para Madrid. Como señaló un reciente estudio, los espacios marinos protegidos en España han sido testigos de una actividad pesquera, entre 2015 y 2023, que triplicaba la actividad registrada en aguas protegidas portuguesas (Dunkley, 2024, pp. 34-43). Resultaba poco halagüeño instrumentalizar en la disputa con Lisboa aquello que las autoridades españolas también permitían, en mayor medida incluso.
Un ejemplo éste que resulta ciertamente particular puesto que aúna dos notables excepciones a la habitual regla: la capacidad española de actuar, o no hacerlo, de manera contundente y decidida, así como el informe parcial y apreciativo de un organismo internacional. Salvo el TIDM, al que Madrid ha renunciado a acudir, al menos hasta el momento, ni las instituciones europeas ni Naciones Unidas se han pronunciado siquiera vagamente sobre la disputa por la soberanía de las Salvajes, mucho menos por la legitimidad de su ZEE. Incluso en textos, como el Reglamento (CE) n.º 1954/2003 del Consejo de la Unión Europea, que abordan de manera evidente el núcleo de la disputa: la gestión del esfuerzo pesquero en la zona. De hecho, el citado reglamento ignora por completo a las Salvajes, reduciendo el archipiélago madeirense a tan sólo la isla de Madeira.
Aunque quizás el caso más paradigmático sea la reciente visita al enclave del Enviado Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para los Océanos. Un viaje que, aún cuando sirvió a Lisboa para reafirmar indirectamente su soberanía sobre el archipiélago, se limitó expresamente a evaluar la Reserva Natural de las Islas Salvajes, rehuyendo de cualquier declaración con connotaciones políticas y, sobre todo, de cualquier comentario sobre las aguas más allá de las doce millas náuticas que delimitan la reserva (Berenguer, 2022). Distancia notablemente inferior a las doscientas millas que Madrid, en la disputa por la ZEE, siempre le ha concedido a las Salvajes como mar territorial portugués. En suma, un claro guiño al statu–quo vigente: los organismos internacionales son más altavoces que actores verdaderamente decisivos en las disputas de soberanía.
9. Prospectiva
Escenario actual
Después de la nota verbal de julio de 2013 ante Naciones Unidas, por la que se reconoce el mar territorial alrededor de las Salvajes, el gobierno español renuncia a disputar la soberanía del archipiélago, reconociéndolo como territorio portugués aunque sin una declaración oficial al respecto. Baza que otorga a Madrid cierto margen de maniobra durante las negociaciones con Lisboa sobre la legitimidad de la ZEE. Al fin y al cabo, y más allá de la privilegiada posición del enclave para la geopolítica atlántica, amén del sentimiento patriótico que despierta entre los pueblos madeirense y canario, la verdadera riqueza del archipiélago se esconde bajo sus aguas.
Las autoridades españolas proponen, entre otras concesiones menores, como profundizar la flamante cooperación hispano-portuguesa en materia de áreas marinas protegidas (Cardoso, 2024), reconocer expresamente la soberanía lusa de las Salvajes siempre que Lisboa cese en sus pretensiones de la ZEE. Sin embargo, el ejecutivo portugués, convencido de que Madrid carece de la ambición y voluntad política necesaria para reclamar activamente las aguas del archipiélago, arriesgándose a un conflicto abierto con un aliado clave, no cede. Entre el reconocimiento de iure y el de facto de la soberanía portuguesa del enclave apenas habría diferencia para Lisboa.
Sin muchas más ofertas que puedan atraer a Lisboa a la mesa de negociaciones, el gobierno español se ve prácticamente obligado a explorar opciones más contundentes, traicionando así el perfil bajo que históricamente ha acompañado al conflicto. Sin embargo, el compromiso adquirido por Portugal a la hora de prohibir, al menos hasta 2030, la minería submarina en sus aguas aplaca los ánimos al otro lado de la frontera, desincentivando cualquier acto de anómala asertividad que pudiera dañar las relaciones ibéricas. Mientras que el vecino no se lucre, sustanciosamente además, con los recursos submarinos de un enclave aún técnicamente en disputa, no saltan (demasiadas) alarmas.
Aún con la incertidumbre del estudio de impacto ambiental comisionado por Funchal, los resultados de los últimos comicios en Madeira garantizan la sostenibilidad a medio plazo de los permisos de pesca alrededor de las Salvajes; la reelección del gobierno que apostó en primera instancia por esos permisos así lo sugiere. En todo caso, y con unas embarcaciones canarias que continúan visitando el archipiélago, Madrid tampoco considera esto suficiente para arriesgar el statu–quo.
Más preocupante resultan los progresos que Lisboa y Funchal protagonizan, con la connivencia incluso del Parque Natural de Madeira, en torno a la explotación socioeconómica del enclave. Las boyas colocadas en la ensenada de entrada de la isla más grande del archipiélago son usadas por diversas empresas de turismo náutico y ornitológico, siguiendo la estela, irónicamente, de una empresa tinerfeña, pionera en las rutas a las Salvajes (Martín, 2011). Éstas comienzan a aparecer regularmente en los paquetes turísticos a Madeira y a ser un destino habitual de las embarcaciones de recreo europeas, levantando suspicacias entre las autoridades españolas por el creciente retorno económico que dejan las Salvajes en el erario luso.
Pero es, quizás de manera sorprendente, la cuestión ecológica la que vehicula la nueva reivindicación española. Deslegitimando aquello de lo que Lisboa se jacta, elemento central de su posición, el gobierno español acusa al país vecino de consentir la progresiva degradación ambiental del entorno de las Salvajes, otrora referente para el conservacionismo europeo, en busca del mero beneficio económico.
Tachando a Portugal de poder irresponsable, Madrid busca socavar la pretensión de las autoridades portuguesas de aumentar las aguas bajo su control, motivando cierta presión de la comunidad internacional para encontrar una solución alternativa a la soberanía marítima de las Salvajes. Aún así, Lisboa se compromete a aplicar todo un repertorio de actuaciones correctivas en materia ambiental, muchas de ellas difícilmente verificables, desactivando, temporalmente al menos, la campaña emprendida desde Madrid. Las Salvajes continúan bajo soberanía portuguesa y sus aguas se mantienen de facto dentro de la ZEE madeirense.
Escenario favorable a España
Al amparo del flamante Plan de Acción de las Materias Primas Minerales 2025-2029, por el que Madrid aspira a convertirse en la primera potencia minera de la Unión Europea, el gobierno español sube la apuesta. Si pretende contribuir al abastecimiento europeo de tales recursos estratégicos, las aguas de las Salvajes, ricas en telurio, cobalto o níquel, materiales todos ellos claves para la transición verde y la industria de defensa, comportan un objetivo sumamente tentador.
Las autoridades españolas acuden así a la opción de última instancia del TIDM, cuyo veredicto, ya fuera positivo o negativo hacia los intereses de Madrid, resultaría prácticamente vinculante por los efectos reputacionales de su desatención. España continúa con ello la senda marcada por otros tantos países que, aludiendo a las “circunstancias especiales” de enclaves deshabitados o de tamaño insignificante, recurrieron al derecho del mar para evitar distorsiones considerables en su ZEE (Van Dyke et al., 1988, p. 486).
Para que esto sucediera, y un enclave pasara a considerarse isla, mereciendo, por tanto, ZEE, la CNDUM, en su artículo 121.3, parece clara al respecto: el enclave debe ser habitable o contar con una actividad económica propia. Sin embargo, esa claridad se disipa en la práctica.
Lisboa argumenta que el estatus de reserva natural de las Salvajes imposibilita prima facie el desarrollo económico del archipiélago, haciéndose eco de la interpretación de algunos juristas quienes entienden el conservacionismo como una actividad sustitutiva del requisito económico (Hafetz, 2000). Desde Portugal se defiende asimismo la habitabilidad del enclave, supuestamente probada por el destacamento de policía marítima que reside permanentemente en la isla más grande de las Salvajes.
Aunque existen precedentes en la jurisprudencia del TIDM que secundan los argumentos de Lisboa (Graça, 2014, p. 324), las autoridades españolas sostienen, en línea con otros juristas (Camacho, 2014, p. 199), que un enclave no puede determinarse habitable si no alberga una comunidad estable de, al menos, medio centenar de personas (Camacho, 2014, p. 1999). Todo lo demás denotaría un manifiesto desinterés por parte del Estado soberano, Portugal en este caso, a la hora de invertir y desarrollarse en un lugar desunido del territorio nacional y, por ende, no merecedor de generar por sí mismo ZEE.
Madrid cita asimismo arbitrajes anteriores en los que se resolvió denegar el derecho de ZEE a islas habitadas, con miles de habitantes incluso, toda vez que éstas, se consideraba, interferían desproporcionadamente sobre los derechos marítimos de países vecinos (Van Dyke et al., 1988, p. 449). Había esperanza para la reclamación española.
Tras las pertinentes diligencias, el TIDM hace bueno el optimismo de Madrid y falla finalmente en favor del demandante, concluyendo, como ya se ha hecho respecto a las islas Spratly, que ningún destacamento de fuerzas de seguridad, mucho menos el presente en las Salvajes, puede satisfacer el requisito de la habitabilidad. Ni su naturaleza transitoria por definición, con relevos quincenales del personal en el archipiélago, ni su absoluta dependencia de Funchal en materia logística, a merced de los suministros que aporta regularmente la Marina portuguesa, harían de las personas desplegadas en las Salvajes una verdadera comunidad (Oral, 2016, p. 283).
Si todos y cada uno de los teóricos habitantes de las Salvajes lo fueran por mandato del Estado portugués, cumpliendo órdenes, difícilmente alguno de ellos consideraría al archipiélago su hogar: no existiría la “intención” de habitar el lugar que ya habría motivado dictámenes análogos (Mossop, 2017, p. 278). Permitiendo que el enclave portugués generara ZEE, el Tribunal no beneficiaría a la población local sino a los intereses estratégicos de la capital.
Habiéndose dictaminado la condición de rocas de las Salvajes, cuyos derechos marítimos se limitarían al mar territorial, Madrid logra precisamente aquello que propuso en su nota verbal de julio de 2013 ante Naciones Unidas. Lisboa se muestra disconforme pero acata finalmente el veredicto del Tribunal por temor al eventual daño simbólico que supondría no hacerlo para su estrategia de una nueva Portugal oceánica.
El ejercicio efectivo de la soberanía española sobre las aguas del archipiélago ocurre de manera prácticamente inmediata gracias a la particular redacción de la reforma del Estatuto de Autonomía canario de 2018. Distinguiendo entre las aguas canarias y las aguas alrededor de las Canarias sobre las que tenga competencias el Estado español, ambas bajo jurisdicción del gobierno insular, más de 40.000 kilómetros cuadrados se suman jurídica y efectivamente a la ZEE canaria.
Escenario desfavorable para España
Valiéndose del matiz que introdujo la moratoria sobre la minería submarina, matiz por el que la investigación de los fondos marinos escapaba de la prohibición temporal, Lisboa continúa progresando en su conocimiento geológico y destreza técnica hipotéticamente necesarias en caso de levantarse la moratoria pasado 2050. No en vano, ingenieros portugueses ya asumieron un papel protagonista en el proyecto europeo quizás más importante hasta el momento en materia de minería submarina (Sword, 2017, p. 53).
A tenor de estos avances, así como de una incipiente oleada de proyectos mineros en aguas profundas a lo largo de toda Europa, alentada por las necesidades del rearme comunitario, las Salvajes tornan aún más estratégicas para el ejecutivo portugués. Precisamente como un atajo para impulsar su contribución a las capacidades de la OTAN, premisa que muchas capitales vecinas han priorizado pero que, para Lisboa, requiere cierto balanceo con la sostenibilidad fiscal doméstica (Jopson, 2025), se presiona con éxito desde la política lusa para que Portugal comience a explotar sus yacimientos de minerales estratégicos y a reforzar con ellos el suministro de la industria de defensa europea.
Con este pronóstico en la hoja de ruta portuguesa, Lisboa reconoce la debacle estratégica que supondría perder los derechos de explotación sobre la ZEE que supuestamente generan las Salvajes. Tras los comicios presidenciales previstos para inicios de 2026, que invisten como nuevo jefe del Estado al favorito en las encuestas preelectorales, el exalmirante Henrique Gouveia e Melo, quien ya declaró que la Marina lusa dispone de “todos los medios necesarios” para garantizar la soberanía de las Salvajes (Berenguer, 2022), se emprende una curiosa solución. Convertir el archipiélago en una instalación del Ejército portugués.
Concretamente en un puesto naval avanzado desde donde poder desplegar unas capacidades de guerra antisubmarina por las que Lisboa se convertiría en garante de la frontera occidental europea. Utilizar las Salvajes para resolver la paradoja de que la unidad encargada de la patrulla antisubmarina en las Fuerzas Aéreas lusas, la Escuadra 601, esté estacionada en el Alentejo, a cien kilómetros de las aguas lusas, sin tener un puesto de operaciones avanzadas alrededor de Madeira como sí tiene en las Azores (Borst, 2000, p. 5).
Un nuevo destacamento militar en las Salvajes que permitiría a Lisboa apuntalar de facto su soberanía sobre las aguas del archipiélago, asegurándose así el eventual acceso a sus recursos minerales, pero también contribuir sobremanera al escudo de defensa y disuasión europeo frente a la creciente asertividad de los submarinos rusos en la zona. Sobre todo después de que Moscú expandiera su acuerdo de cooperación militar con el gobierno de Santo Tomé y Príncipe, obteniendo acceso a los puertos de la nación insular para el reabastecimiento de su Armada (Bagnetto, 2024).
Con el beneplácito de la estructura de seguridad europea y atlantista, así como de una opinión pública concienciada de los retos de la defensa y que prioriza localizar esos esfuerzos en enclaves remotos como las Salvajes, la única oposición a la medida lisboeta proviene de los grupos ecologistas. Al fin y al cabo, la instalación militar se construiría en plena reserva natural.
Aunque no son figuras necesariamente opuestas a efectos prácticos, situando ejércitos occidentales algunas de sus bases en áreas marinas protegidas, como ocurre en la isla de Diego García, Lisboa se ve prácticamente obligada a ceder. Desde dedicar parte del presupuesto original a la investigación científica hasta desplegar buques oceanográficos para apoyar estudios de conservación ambiental, estas concesiones logran que las autoridades portuguesas conjuguen, en cierta medida, su reputación de potencia ecológicamente responsable con su iniciativa geopolítica.
Con esta mayor presencia de elementos militares en torno a las Salvajes, las visitas de embarcaciones canarias al archipiélago comienzan a ser cada vez menos habituales, perdiendo Madrid uno de sus principales activos en la disputa por la ZEE. El altavoz canario otrora esencial para la posición española enmudece poco a poco hasta prácticamente silenciar las reivindicaciones que llegaban puntualmente desde Madrid.
En consecuencia, y aunque no se divulga reconocimiento oficial de la ZEE de las Salvajes, ambas capitales alcanzan un acuerdo tácito por el que las autoridades españolas, beneficiarias de unas Salvajes inmersas en la estrategia común de seguridad y defensa, aceptan el devenir de los acontecimientos. Lisboa mantiene el archipiélago bajo su jurisdicción y mejora notablemente su posición para una eventual explotación minera de sus fondos marinos.
Escenario alternativo
El aumento de la tropicalización del mar, con unas temperaturas cada vez más cálidas en el entorno de las Salvajes, propicia la aparición de algas tóxicas en sus aguas, como ya ocurriera en 2008. La diferencia con entonces radica en el esfuerzo pesquero que embarcaciones canarias y, sobre todo, madeirenses protagonizan tras la reciente apertura a la pesca de la reserva. Con muchas más capturas en riesgo, comercializándose en los mercados insulares de España y Portugal, ocurre lo inevitable: se registran nuevos casos de intoxicación por ciguatera entre la población de a pie, estallando cierta conmoción social ante la posibilidad de un brote de contagios (Godinho et al., 2023).
Se desata una cobertura mediática alarmista de los hechos, incentivando las críticas hacia la política de conservación y monitoreo que desarrolla el Parque Natural de Madeira en las aguas del enclave en disputa. Si antes se colocaba el foco de la noticia, desde la prensa portuguesa, y con la connivencia de Funchal, en los escasos recursos con los que el gobierno madeirense contaba para salvaguardar la soberanía de las Salvajes, ahora se coloca en las deficiencias estructurales de la reserva natural.
Junto a esta presión mediática, la prohibición temporal de faenar en las Salvajes por los casos de intoxicación tornan incierto el futuro de su flota pesquera. A diferencia de 2024, cuando los armadores madeirenses rechazaron cobrar indemnizaciones por las capturas perdidas tras la ampliación de la reserva, presionando en pos de los permisos que finalmente lograron (ALRAM, 2024), Funchal comienza a otorgar estos subsidios. Se frenan, por tanto, las nuevas inversiones para renovar y modernizar la flota pesquera de las Salvajes.
Ante la limitada presencia de embarcaciones portuguesas en la zona, y el renovado interés por el archipiélago, surgen propuestas alternativas para dirimir la soberanía de sus aguas. La WWF recoge el testigo que asumió a finales del siglo pasado, proponiendo convertir la ZEE de las Salvajes en una vasta área marina protegida, donde ni España ni Portugal podrían faenar; se buscaría con ello, como ya ha sucedido en otras latitudes (Favoretto et al., 2023), que el ecosistema marino de las Salvajes se autorregulara, fomentando asimismo que los recursos pesqueros, al menos en el largo plazo, aumenten una vez liberados de la presión humana.
Aunque, según la WWF, esta medida haría estallar el número de capturas en las ZEE madeirense y canaria, por el efecto derrame de una vida marina revitalizada alrededor de las Salvajes que cruza hacia ambos archipiélagos, Lisboa rechaza plenamente el proyecto. Aceptarlo hubiera supuesto renegar del control sobre el enclave en pro de un ente internacional y, sobre todo, admitir que habría fracasado en su responsabilidad como Estado soberano.
Madrid aparece entonces con otra propuesta, una que aportaría significativos recursos a la conservación de las Salvajes sin menoscabar por ello su soberanía portuguesa: convertir toda la ZEE del archipiélago en un condominio hispano-portugués. Una figura que, de hecho, ya tiene recorrido en las relaciones entre vecinos con el caso del Área de Interés Común en aguas gallegas, un solapamiento de las plataformas continentales que ambas capitales reclamaban y que, en última instancia, decidieron compartir con fines científicos (Fernández, 2023, pp. 299-300).
Bajo esta fórmula, las autoridades españolas replicarían lo dispuesto por algunas sentencias sobre delimitación de ZEE (Orihuela, 2014, p. 134), comprometiéndose a apoyar, técnica y presupuestariamente, la preservación del archipiélago a cambio de poder acceder ya legalmente y explotar, de manera sostenible y equitativa con Lisboa, los recursos marinos más allá de los límites de la reserva. Un régimen de copropiedad que, de aplicarse, también permitiría a Madrid reclamar ZEE en enclaves otrora considerados rocas, como la isla de Alborán; si se acepta que las Salvajes generan ZEE, aunque luego ésta se comparta en un acuerdo particular con Lisboa, el gobierno español podría exigir lo propio en sus plazas de soberanía norteafricanas sin temor de caer en contradicción.
Desde el otro lado de la frontera, y cómo evidencia que expertos lusos sobre las Salvajes, entusiastas de su soberanía sin duda portuguesa, califiquen el condominio como la opción más “plausible” para Madrid (Graça, 2015b, p. 32), Lisboa sopesa al menos la oferta. A efectos prácticos, y considerando la pesca ilegal de embarcaciones canarias, el condominio no afectaría demasiado al statu–quo vigente, amén del relato de unidad ibérica que ambas capitales podrían promover ante los desafíos de la geopolítica europea.
Incluso respecto a la eventual explotación minera de las Salvajes, los intereses portugueses también podrían beneficiarse del condominio. Colaborar con España permitiría, al fin y al cabo, agregar a las capacidades lusas la infraestructura para la comercialización de la que Madrid dispone, así como las carteras de empresas referentes en las industrias de defensa y energías renovables. Además de, por supuesto, abaratar los costes asociados a la exploración, prospección y minado de los valiosos pero esquivos minerales estratégicos.
Aunque resulta ciertamente atrevido prever la respuesta definitiva de Lisboa, la propuesta española evidencia el amplio margen de actuación que ostentan ambos vecinos. El futuro de las Salvajes parece así tan incierto como sugerente.
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